El de la bocana de Pasaia uno de los paseos y de las vistas más hermosos de nuestra costa, hasta el punto de que hace olvidar la saturación de esta zona industrial y permite retrotraernos a los tiempos en los que el escritor y viajero Víctor Hugo se enamoró de la bahía. En Pasai Donibane, a pocos pasos de la casa donde se instaló el autor de «Los miserables», convertida ahora en museo, se encuentra Ontziola, el astillero donde la asociación Albaola ha realizado desde el año 2000 una importante labor de recuperación de nuestro patrimonio naval. El pequeño taller no desaparecerá -se utilizará para exposiciones, talleres con escolares...-, pero la sede de la asociación se ha trasladado ahora enfrente, a Ondartxo, donde dispone de 800 metros cuadrados y un espacio privilegiado junto al mar, algo no tan fácil de conseguir en una costa tan pequeña y saturada como la nuestra, como apunta Xabier Agote, miembro de esta asociación compuesta por un centenar de socios y entre cuyos logros está la expedición Apaizac Obeto, efectuada a Canadá en 2006, y realizada, precisamente, en una réplica de una de las txalupas del galeón San Juan.

Ayer tenía lugar la inauguración de este astillero, cuya función será doble: por un lado, acoger a Albaola y, por otro, en lo que se ha denominado como Ontzigunea, se guardarán y mostrarán los barcos recuperados por el ente foral. Esto formaría parte de la reorganización de las distintas colecciones de la Diputación que se encuentran dispersas por centros de arte y almacenes del herrialde. El material se reubicará en el edificio Gordailua de Irun, que ya está en construcción, a excepción de la colección de barcos. La mayoría están ya en Ondartxo, a excepción de tres que no han llegado todavía, aunque se espera que la colección esté al completo para el año próximo. Y en el exterior, la draga Jaizkibel, que con su rehabilitación, dejará de presentar el aspecto lastimoso que ha tenido durante más de dos décadas.

El astillero también ha sido sometido a algo más que un lavado de cara -las obras han tenido un coste de 725.000 euros-, ya que se encontraba en condiciones muy precarias. Hay trabajo que hacer, evidentemente, pero el lugar permite lanzar al vuelo la imaginación. Como en el caso de Albaola, una asociación que destaca por su labor de rescate de un patrimonio tan postergado y olvidado como el marítimo; y lo ha hecho siempre de forma dinámica, recuperando tanto las naves tradicionales vascas como los oficios que ya se han perdido.

Preguntado sobre su próximo proyecto, Xabier Agote apuntaba sin duda alguna que la réplica del galeón San Juan, un ballenero construido en el puerto de Pasaia en el siglo XVI, que se hundió en aguas de Terranova en 1565, cuando estaba preparado para salir cargado de grasa de ballena. Declarada por la Unesco emblema del patrimonio subacuático en 2001, era una embarcación de «unos 22 metros, más bien ancha, de tripa grande».