Le han puesto en su sitio al presidente de ese think tank neocon denominado Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el buque insignia de la ultraderecha española que recibe subvenciones de los Ministerios de Educación, Cultura y Asuntos Exteriores. Aznar insiste en ser el acontecimiento y obsequia con una peineta a quienes rechazan su presencia en la Universidad de Oviedo.

Increpar a un criminal de guerra llamándole «asesino» y «fascista» no es algo condenable. Reprobar el gesto grosero del temerario que se mofa de las campañas de prevención de accidentes de tráfico, insistiendo en que hay que condenar también la actitud del alumnado, dando muestra de una supuesta equidad, es una exigencia paradójica y contradictoria, un uso patológico y abusivo de la condena.

Le gritaron: «Fuera de la Universidad». Gracias al copyleft, podemos dedicarle la expresiva: «Casse toi pov'con» («Lárgate pobre gilipollas») de Sarkozy.

En vez de abdominales y oropeles, José María debería interesarse por la termodinámica aplicada a sí mismo, para neutralizar el machismo que le hace vivir al máximo sus pulsiones libidinosas. ¿Acaso pretendía fulgurar a aquella reportera que le preguntó sobre el MLNV, tirándole un bolígrafo al escote?

En abril de 2003, miles de personas presentamos una querella contra Aznar por participación en una guerra incumpliendo la legalidad vigente y por la comisión de delitos cometidos contra personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado. A pesar del recorrido de la misma, no me resigno y confío en que un día será juzgado y condenado por el TPI, por crímenes de guerra y crímenes contra la paz.