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Iñaki Lekuona I Periodista

Una de finales

 

Asegura el PSE que la existencia de Euskal Herria como «entidad cultural, lingüística y social» es «una profunda convicción arraigada en el socialismo vasco». Si se halla tan enraizada como lo estaba hace treinta años aquel «Autodeterminazioa Bai» o el «Gora Euskadi Askatuta» entonado por el ínclito Felipe González en el 78, aviados vamos. Porque en menos que canta un gallo, los socialistas despluman al pájaro y se lo comen junto a sus convicciones aliñando el plato con salsa constitucional.

Cosas de la cocina de Estado. En aquellos años de hambre política, cuando estaba todo por conseguir, los socialistas no le hacían ascos a la Euskal Herria política, reclamando incluso una autonomía cuatriprovincial. Pero con el poder llegó el más tengo más quiero, y para tener más hay que hacer sitio, dejando fuera lo que estorba, o sea, sus principios. Tal fue su gula estatal, que algunos no dudaron en pringarse hasta el cuello ministerial en una receta sucia que no han acabado aún de digerir.

Tres décadas después, y sin hacer su lavado de estómago, el socialismo envía a la cárcel a aquellos que defienden con la palabra que Euskal Herria tiene derecho a definirse cultural, lingüística, social y políticamente como deseen sus ciudadanos. Los encierran por una profunda convicción ética de regusto electoral. Y ahora que se les ofrecen otros principios, los socialistas se acomodan el mantel mientras deciden si una vez más van a tragárselos por muy Mitchell que sean o si, por esta vez, dejarán de dar lecciones de moral y regurgitarán sus viejas convicciones para poner todo el menú sobre la mesa. Por si es así, apunten: de postre, una de finales, por favor.

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