Hace escasamente una semana, Roberto López Ufarte, director deportivo del Real Unión, señalaba en una entrevista concedida a este periódico que «si se ganasen los dos encuentros seguidos en casa, otro gallo cantaría». Era una tarea más bien complicada, puesto que los irundarras no habían logrado hasta la fecha dos victorias consecutivas. A punto estuvieron de lograrlo los jugadores de Iñaki Alonso, pero un Girona muy bien colocado y, sobre todo, con la labor bien aprendida, se lo puso muy difícil.

Una semana más, y por si alguien todavía no se ha dado cuenta, hay que señalar el buen juego mostrado por los irundarras, pero en el fútbol lo que cuentan son los resultados. Es por ello que el Unión ha dejado escapar una buena oportunidad de seguir enganchado en la pelea por la salvación. Aunque, ojo al dato, los puestos de la permanencia están a sólo cuatro puntos.

Más de uno podía pensar que el Girona no es un equipo de esos a los que se les llama potente. Lo que pasa es que en esta categoría la experiencia es un grado más, y los catalanes manejaron el encuentro a su antojo, aunque pareciera que a su técnico, Narcís Julià, no le gustaba el trabajo de sus jugadores.

Ese pensamiento lo tendría, seguramente, en la primera parte, ya que el Unión se encargó de llevar el mando del encuentro gracias a un Girona que se encerró atrás y dejó la pelota a los locales.

Como ha venido sucediendo a lo largo de la temporada, los guipuzcoanos no aprovecharon esta circunstancia a pesar de tener alguna que otra ocasión de gol, y más tarde terminarían por pagarlo.

Ni la intención de Abasolo de imitar la determinación de Cristiano Ronaldo -estrenaba botas nuevas, amarillas, como las del portugués del Real Madrid-, ni la presión de Brit y Maric en la zona de arriba, ni tan siquiera las ganas de Domínguez y Lacruz por banda derecha en los primeros minutos de juego tuvieron su recompensa.

Jauregi salva la derrota

En la reanudación, los catalanes salieron más enchufados, con la moral por los aires tras sus victorias ante Rayo (0-3) y Real Sociedad (1-0) y con la intención de encadenar la tercera consecutiva.

Pero el Unión dispuso de la mejor ocasión del duelo, con un centro de Brit que Maric remató arriba de cabeza delante del guardameta Jorquera, que coincidió, precisamente, con el delantero serbio en el Barça B.

Como se suele decir, «cuando no se aprovechan las ocasiones, terminas pagándolo». Y así ocurrió en el minuto 68. Un despiste entre la defensa local y el guardameta Jauregi lo aprovechó Peragón para poner el 0-1 en el marcador.

No pintaban bien las cosas. La afición, en cambio, no dejó de animar en un estadio que mostró su mejor versión. La intención de llenar Gal fue un éxito, y un día más, los seguidores no dejaron solo a su equipo.

Los jugadores unionistas notaron el aliento del público y se pusieron más que nunca el mono de trabajo. Así, en el minuto 77, a punto estuvo Romo de marcar el empate, pero mandó el balón a la red lateral de la portería rival.

Sólo tres minutos tardó Aitor Sanz para reivindicar su gran labor en los últimos encuentros, al ser objeto de un penalti que fue transformado por Romo.

Aún quedaban más ocasiones, pero la suerte no estaba esta vez del lado local y fue el guardameta Jauregi quien se transformó en gallo para salvar a su equipo en una ocasión clarísima del Girona y gritar algo de esperanza con los primero rayos de luz del día.