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Saqueos, dolor por la destrucción y lento retorno a la normalidad en Chile

Los primeros saqueos y el dolor por las víctimas y por el descubrimiento paulatino del nivel de destrucción se combinaban ayer con un lento retorno a la normalidad en Chile, un día después del terremoto que el sábado sembró de muerte y desolación el centro y sur del país. El último balance oficial elevó a 708 el número de fallecidos y a dos millones el de damnificados. El Gobierno decretó el toque de queda en las regiones de Maule y Biobío.

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A un día del fuerte terremoto que sacudió Chile, los servicios básicos estaban siendo paulatinamente restablecidos en la capital, Santiago, mientras que las regiones sureñas, las más afectadas, siguen careciendo de agua, luz y combustible, y con las comunicaciones afectadas. A medida que se va conociendo la magnitud del desastre, y todavía sin tener noticias de las localidades costeras arrasadas por el seísmo, aumenta también el número de víctimas mortales. El Gobierno elevó a 708 los fallecidos, aunque la existencia de «una enorme cantidad» de personas desaparecidas, lo que con certeza elevará el balance de fallecidos. El número de damnificados supera los dos millones y las viviendas destruidas o dañadas son más de 1,5 millones.

En muchas ciudades, familias enteras pasaron la noche en las calles ante el temor a nuevas réplicas -el suelo del país andino ha temblado ya más de 110 veces desde la madrugada del sábado-, mientras poco a poco se recuperaban del shock.

En la sureña Concepción, capital de Biobío, el desabastecimiento provocó que el pánico se apoderaba de los desesperados ciudadanos, que se enfrentaron con la Policía durante el saqueo de un supermercado.

Cientos de pobladores invadieron establecimientos y se apropiaron de alimentos y otros artículos de primera necesidad, aunque algunos aprovecharon las circunstancias para robar electrodomésticos. «Tenemos que comer y no tenemos alimentos», se defendían.

«Si sacamos cosas de los supermercados es porque no hay qué comer. Esto sucedió a fin de mes, cuando no te quedan alimentos, y la plata en estos momentos no te sirve de nada. Tienes que rebuscarte cómo tomar agua, alimentarte, dormir, calentarte y cocinar», explicaban.

La Policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a los pobladores, aunque después autorizó a las mujeres a que entraran al supermercados para sacar comida, leche, pañales, papel higiénico y otros productos.

La alcaldesa de Concepción, Jacqueline Van Rysselberghe, exigió al Gobierno el envío de militares para «restablecer el orden», porque «hay un caos». También criticó a las autoridades por no enviar con rapidez bomberos y equipos para rescatar a los supervivientes de un edificio de 14 pisos que se desplomó en el centro de la ciudad.

La estructura de ese edificio, que tenía 80 departamentos, presenta ahora una altura equivalente a tres pisos y entre los escombros podría haber cien personas. Ayer, los bomberos recuperaron un número indeterminado de cadáveres y rescataron con vida a una veintena de personas, además de perforar los muros para facilitar la entrada de aire a los sectores desde donde salían gritos de auxilio.

El desabastecimiento de agua potable, además de la falta de electricidad y alimentos afectaba sobre todo a las regiones de Biobío y Maule, pero también a muchas zonas de Temuco, capital de la Araucanía, en territorio mapuche.

Error de detección de tsunamis

Si el panorama era dramático en la ciudad, la preocupación por las comunidades costeras aumentaba. Tanto en Talcahuano (junto a Concepción) como en la cercana Dichato, muchas embarcaciones fueron lanzadas tierra adentro por la fuerza del mar.

El dolor por la tragedia se acentuó ayer al conocerse lo ocurrido en algunas de zonas costeras de la región de Maule, destruidas por un maremoto que sobrevino veinte minutos después del terremoto

En Constitución, la ola arrasó todo los establecimientos situados frente a la playa, que mostraba muebles, bicicletas, sillas, juguetes, vehículos y otros objetos que el mar desperdigó al replegarse. Camiones pesados cargados de madera fueron arras- trados hasta lo alto de un cerro por la ola gigante, que también causó estragos en Pelluhue e Yloca, entre otros lugares.

Tanto en Talcahuano (adyacente a Concepción) como en la cercana Dichato, muchas embarcaciones fueron lanzadas tierra adentro por la fuerza del mar.

Las autoridades que recorren la zona, y que todavía no han accedido a muchos de los lugares arrasados por el temblor que azotó el 80% de Chile, temen que el maremoto haya dejado una gran cantidad de víctimas.

El subsecretario de Obras Públicas del Gobierno chileno, Juan Eduardo Saldivia, admitió no tener aún ninguna información sobre la localidad de Cobquecura, una de las más cercanas al epicentro . «No tenemos ninguna información de toda la costa de Maule», afirmó. Según las primeras estimaciones, el 95% de los edificios de Cobquecura habría quedado destruidos. Un reportero de Canal 13 tachó esta localidad de «pueblo fantasma».

La directora de la Oficina Nacional de Emergencias de Chile (ONEMI), Carmen Fernández, reconoció la existencia de un error en el sistema de detección de tsunamis de la Armada, que se equivocó al descartar la amenaza de olas gigantes inmediatamente después del seísmo. «La primera información que recibimos es que no había tsunami. Y es más, cuando empezamos a constatar por otras fuentes que se estaban produciendo variaciones en el nivel del mar, las consultamos y nos indicaron que la variación no era superior a los 20 centímetros», aseguró.

La Armada chilena ha reconocido errores «en algunos instrumentos y concretamente en el sistema medición de la marea». «De hecho, cuando nosotros preguntamos de un variación que se nos estaba informando localmente en la isla Juan Fernández, en la altura de la marea, se nos habló de no más allá de 18 centímetros y estábamos hablando de metros. La realidad se estaba dando en metros».

Precisamente entre las víctimas mortales figuran cinco residentes de este archipiélago, ubicado a unos 600 kilómetros de la costa chilena y donde no se percibió el terremoto. Allí hay, además, once desaparecidos desde que una enorme ola penetrara en su principal localidad.

«Estado de excepción»

La todavía presidenta de Chile, Michelle Bachelet, decretó el «estado de excepción constitucional de catástrofe» en Maule y Biobío por un plazo de 30 días, con el fin de «garantizar la situación de orden público en la zona más afectada y acelerar la entrega de ayuda». En esta labor participará en Ejército, que está ayudando a retirar escombros. El ministro de Defensa, Francisco Vidal, indicó que se destinarán 10.000 efectivos a esas regiones, 1.500 de ellos a Concepción.

Además, llamó a todos toda la ciudadanía y a todos los sectores -eléctrico, sanitario, construcción...- a hacer un «gigantesco esfuerzo» para superar esta «emergencia sin parangón en la historia» de Chile.

La mandataria anunció también un acuerdo con las principales cadenas de supermercados para la entrega gratuita de productos de primera necesidad en Maule, Biobío y algunos sectores de la Araucanía.

Confirmó que el tráfico aéreo se ha comenzado a normalizar y reiteró que se hará un catastro de necesidades para atender a las ofertas de ayuda internacional. Al respecto, adelantó que, en todo caso, se pedirá ayuda en materia hospitalaria, infraestructura, telecomunicaciones, equipos electrógenos y purificadores de agua, además de especialistas en rescate. También se aceptará ayuda económica.

Maule y biobío

La mayoría de los al menos 708 muertos procede de las regiones de Maule y Biobío. La más afectada fue Maule, con 541 víctimas mortales y cuatro desaparecidos. En Biobío, el número de infortunados se elevó a 64 y las 103 víctimas mortales restantes se reparten entre O'Higgins (46), Santiago (36), Valparaíso (16) y la Araucanía (5).

Curicó, el antiguo pueblo que quedó a ras del suelo

«Ha dejado de existir el edificio del diario «La Prensa»», dice un cartel blanco colocado sobre los escombros de lo que fue una centenaria construcción del pueblo de Curicó, en el sur de Chile, una de las localidades más golpeadas por el terremoto que sacudió el país.

«El 90% del casco antiguo del pueblo está en el suelo. Es decir, casi el 60% de Curicó», señaló Marcelo Vázquez, periodista de Radio Estación Uno de Curicó. Su emisora transmite desde la calle con ayuda de un generador eléctrico.

Curicó, fundada en 1743, se quedó sin su tradicional iglesia y muchas de sus antiguas casas están en el suelo, además del gran daño en su parte costera, donde se registraron grandes olas tras el seísmo. «Algunas localidades de la provincia de Curicó son costeras, como Yloca. Allí el mar se metió y daño las casas. La gente tuvo que irse a los cerros», relató Sergio Figueroa, un funcionario de la Defensa Civil.

Y mientras la población se prepara para pasar días difíciles, algunos comerciantes se lucran con la situación. «Me han informado que están vendiendo el kilo de pan a 3.000 pesos (6 dólares)», tres veces más su valor, denunció la gobernadora de la provincia, Gloria Rojas. GARA

dos o tres días

La directora de la ONEMI, Carmen Fernández, aseguró que la dimensión total de la catástrofe no se conocerá hasta dentro de dos o tres días y afirmó que el número de víctimas aumentará a medida que los equipos de emergencia vayan accediendo a más lugares.

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