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Mikel Gomez Herria Abian

3 de Marzo, luchar merece la pena

«Es verdad... -le interrumpo-, si mañana es 3 de Marzo. Habrá que ir a la manifestación, ¿no?». «Sí, claro -responde Edurne-, pero lo importante es el día a día, no lo olvides: hoy, mañana, pasado, al otro y al otro... y así hasta que nos den lo que es nuestro, nuestros derechos»

Bueno... me voy a la ikastola». Edurne y yo respondemos al unísono: «Vale Urko, ¿has cogido el bocata? nos vemos a la hora de comer». Son las 7.50 de la mañana y mientras tomamos café escuchamos en la radio que Patxi López va a reunirse con varios «expertos» para «impulsar medidas contra la crisis». El «comité de sabios» está compuesto por más de una veintena de personas, un listado en el que están incluidos los directivos de las principales empresas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, ex ministros del PSOE, así como representantes de los sindicatos CCOO y UGT y de la patronal vasca... Por quien convoca y por los nombres de esos consejeros ya me imagino qué medidas se van a tomar y la situación de quiénes van a «mejorar». Pienso para mis adentros que estoy en paro y que Edurne, mi compañera, lleva dos meses sin cobrar. En la empresa en la que trabaja ya se empieza a escuchar la amenaza del ERE y de los despidos. De manera que los ingresos que tenemos apenas nos llegan para pagar el alquiler y llegar a fin de mes. Además, el próximo mes se me agota la prestación por desempleo... Bueno, no me voy a rallar, ya saldrá algo... Mientras tanto, pues ya pediremos a mis gurasos y a los de Edurne que nos ayuden. Claro que será mientras puedan, porque parece ser que también a ellos se les van a reducir y recortar las pensiones. Inmerso en estas cavilaciones, doy otro sorbo de café.

La radio vuelve a captar mi atención y escucho cómo hablan de «brotes verdes», de que lo peor de la crisis ya ha pasado, que ya estamos remontando la situación... Y otra vez empiezo a darle vueltas a la cabeza: ¿qué pasa, seré yo que no busco lo suficiente un empleo?

Menos mal que Edurne empieza a reflexionar en alto y me saca de mi atolondramiento. «¿Pero qué dicen de `brotes verdes' y bla, bla, bla? -salta indignada-. 180.000 personas paradas, miserias de pensiones, la mierda de curros que tenemos y la birria de sueldos que nos pagan, los alquileres por las nubes, sube el agua, la luz, el IVA... Pero, ¡qué jeta tienen! ¡Brotes verdes dicen! ¡Será para ellos! Claro, se suben los sueldos, se bajan los impuestos, les regalan el dinero de todos y todas a los banqueros para sus chanchullos y sus negocios... ¡normal que vean brotes verdes...! Bah, todo sigue igual. Igual que hace ahora 34 años cuando mi aita fue a la iglesia de Zaramaga a pedir trabajo, democracia, justicia social... y les dispararon a matar». «Es verdad... -le interrumpo-, si mañana es 3 de marzo. Habrá que ir a la manifestación, ¿no?». «Sí, claro -responde Edurne-, pero lo importante es el día a día, no lo olvides: hoy, mañana, pasado, al otro y al otro... y así hasta que nos den lo que es nuestro, nuestros derechos».

Se hace un silencio. Revuelvo el café con la cucharilla y le digo: «sí, pero... mira el tiempo que llevamos. Tú en el sindicato, yo en la Asociación del barrio, la peña que conocemos que sigue en las movidas... y no sirve para mucho. Mira cómo estamos: yo en paro, tú en el currelo también chungo...». «¡Ya estamos otra vez! ¡Pues precisamente por eso! -responde Edurne- ¡Claro que sirve! ¿O es que estás dispuesto a que Urko nos reproche dentro de unos años la mierda de planeta que le hemos dejado? Además, ¿qué pasa?, ¿que lo que hicieron Romualdo Chaparro, Francisco Aznar, Pedro María Martínez, José Luis Castillo, Bienvenido Perea, mi aita y todos los compañeros y compañeras que estuvieron hace 34 años en Zaramaga no sirve de nada? ¿Me vas a decir que Asier, Arantxa, Jon, Oihana y mucha de la peña con la que hemos compartido luchas los últimos años y que están sufriendo represión, y ¿que aquello no ha servido para nada? ¿Que quienes día a día están intentando hacer un mundo mejor lo están haciendo en balde? ¿O es que se te ha olvidado lo que me decías acerca de que la única lucha que se pierde es la que se abandona? ¿Qué hay de las letras de Evaristo que tanto tarareas...? ¡Claro que merece la pena luchar, joder!».

De nuevo se impone el silencio. Revuelvo el café otra vez y le digo: «No sé... cuesta, y no toda la peña lo ve tan claro como tú». Edurne me mira y hace un gesto de desaprobación: «no creo que eso sea tal y como dices. Es verdad que, como siempre hemos vacilado, mucha gente se ha comido la pastilla azul de Morfeo, el de Matrix, y vive en una falsa comodidad, alienada por la televisión, el consumo y todo eso. Es cierto también que parece que la peña no se mueve. Algunos por miedo, y hasta puede ser entendible con las hostias que caen y la represión que existe. Pero creo que aquello que decíamos de que las contradicciones del sistema se están agudizando es tan evidente que cada vez más gente me parece que está en esa clavija. Creo que hay mucha gente que piensa que los políticos, los banqueros y los empresarios son unos ladrones, que utilizan los medios de comunicación para engañarnos... Vamos, peña que creo que anda buscando las pastillas rojas de Morfeo y que quiere cambiar esto, que sabe que hay mas posibilidades que las que nos venden... Joder, hay que juntar a esa peña, debatir, organizarnos, trabajar... como siempre hemos dicho... Joder, que no vamos mal... hay que seguir... Ya sé que a veces es duro, pero hay que seguir... Por los cinco que asesinaron en Zaramaga, por toda la peña que ha dado y está dando lo mejor por construir otro planeta mas justo... Joder, ¿o es que se te ha olvidado lo que me decías? Otro mundo es posible y otra Euskal Herria es necesaria... Y además tú me convenciste de que era posible y era necesario... ¡Venga ya! ¡Claro que merece la pena!».

Sonrío y me bebo el café de trago. Edurne también apura su café y me dice: «¿vaya chapa te he dado no?». Vuelvo a sonreír, apago la radio, miro a Edurne y ella sonríe también. Sólo con eso me levanta el animo. «Tienes razón -le digo-. No cambies nunca. Pronto ganaremos...».

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