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Crónica | Argentina

Arranca el año político más difícil de la era Kirchner

Tras seis años en el poder, la presidenta, Cristina Fernández, y su marido y líder del partido gobernante, Néstor Kirchner, se aprestan a vivir el primero de sus dos años restantes en un claro declive de su popularidad y en una indisimulable vulnerabilidad.

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Daniel GALVALIZI

2010 será un año completamente distinto a los seis precedentes para los Kirchner. En junio pasado, las elecciones de mitad de mandato (que renovaron media Cámara de Diputados y un tercio del Senado) dieron un contundente triunfo a la oposición, dividida en sus varias vertientes, y sólo tres de cada diez argentinos respaldaron en esa oportunidad al Gobierno.

Por primera vez desde la recuperación democrática, un presidente argentino pierde el control que ostentaba de ambas cámaras del Congreso. En la arena de diputados cuentan sólo con un tercio del total de los escaños, aunque junto a aliados de partidos minoritarios se acercan a la mitad más uno.

Esa situación se cristalizó en forma rotunda el pasado 3 de diciembre, en el que el propio Kirchner (flamante diputado) fue testigo en carne y hueso de la alianza coyuntural de todas las fuerzas opositoras para arrebatarle el control de las comisiones (que determinan los tiempos y proyectos que luego se tratan) y definir las autoridades de la cámara.

En el Senado la mayoría opositora es más exigua. Tan sólo dos escaños de diferencia anticipan votaciones más que reñidas en los 22 meses que faltan para que asuma el próximo presidente, de no darse amplios acuerdos -y concesiones-.

La novela del verano

Cuando millones de argentinos se movilizaban para irse de vacaciones por el verano local, una sorpresiva crisis entre el Gobierno y el presidente del Banco Central se desató con furia y marcó a fuego un enero que según el termómetro no necesitaba añadir aún más calor.

Ello derivó en un huracán político que consiguió desgastar aún más a Fernández y llevar a primer plano la crisis fiscal que atraviesa el país.

Las cifras de la economía de 2009 no fueron alentadoras y las entidades privadas registraron un crecimiento negativo que rondó el 3%.

Ello repercutió en la recaudación fiscal, y a pesar de la leve pero constante devaluación del peso y de los beneficios recaudatorios que otorga la elevada inflación (superior al 15% según cifras privadas), el Estado nacional está obligado a recibir fondos frescos de algún lado para poder pagar la deuda sin bajar el gasto público, que se incrementará casi un cuarto este año.

Es el quid para la supervivencia política de los Kirchner. Su liderazgo está basado en las inversiones públicas y en el reparto de fondos federales a provincias que requieren un salvataje por su rojo financiero. Muchos gobernadores y alcaldes apoyan al Gobierno on the record para ser beneficiados pero muestran su desencanto cuando los micrófonos se apagan.

El control de la «caja» (como llaman los políticos argentinos al poder financiero del Gobierno central), es el mayor activo con el que cuentan los Kirchner y harán lo imposible para mantenerlo, especialmente si quieren ser reelectos en las próximas presidenciales.

El dilema de la sucesión

Es incesante en los medios el debate sobre quién será el contrincante de los Kirchner. Se rumorea que en 2011 los comicios tendrán a Néstor Kirchner como candidato oficialista.

La oposición está dividida en dos grandes bloques, una coalición socialdemócrata -integrada por la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y el Partido Socialista- con fuertes divergencias internas, y los «peronistas disidentes», sectores del Partido Justicialista que no quieren a Kirchner y que se aliarían con partidos minoritarios liberales.

Paradójicamente, el que aparece hasta ahora como mayor contrincante es el propio ex vicepresidente, Julio Cobos, ex miembro de la UCR y presto a volver ungido como líder opositor, tras quebrarse su alianza con los Kirchner en 2008.

La mayor debilidad opositora es su heterogeneidad y la falta de un líder que aglutine, algo reclamado a gritos por el grupo Clarín, el holding mediático más grande del país con el que Kirchner mantiene un enfrentamiento feroz.

Uno de los obstáculos más duros que deberá enfrentar el matrimonio presidencial son las decenas de causas abiertas por acusaciones de corrupción.

Nunca hasta ahora los Kirchner se habían visto tan sitiados desde tantos flancos Todo indica que les llegó la hora de negociar y buscar atajos con acuerdos. Algo difícil para quienes hicieron de su marca política el conseguir las cosas por imposición antes que por seducción.

 

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