Georgia y Rusia reabrieron ayer su frontera terrestre después de tres años de cierre, un signo del deshielo de sus relaciones desde la guerra de agosto de 2008 que fue aplaudido por la Unión Europea.

El puesto fronterizo, denominado Verjni Lars en Rusia y garganta de Darial en Georgia, se reabrió a las 7.00 de ayer [4.00 en Euskal Herria].

Situado a unos 170 kilómetros de la capital georgiana, está construido en un desfiladero de las montañas del Cáucaso, entre cumbres rocosas cubiertas de nieve.

Este punto es el único paso entre Rusia y Georgia que no se encuentra en las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia, que se declararon independientes durante el conflicto de agosto de 2008 entre Rusia y Georgia.

El jefe adjunto de la Policía georgiana en la localidad, Giorgi Gegechkori, declaró a France Presse que este hecho «marca un pequeño paso» hacia la mejora de las relaciones ruso-georgianas, pero que no era suficiente.

«Es un pequeño paso en la buena dirección, pero lo que debe hacer verdaderamente Rusia es acabar con la ocupación del territorio georgiano», manifestó.

Un responsable de la UE estimó que la reapertura del paso tendría un impacto positivo en la seguridad regional.

«Si la frontera está cerrada, no hay ninguna interacción. Cuando la frontera está abierta, hay debates y esto es muy importante», declaró Robin Liddell, miembro de una delegación de la UE que visitó la garganta de Darial tras la ceremonia.

Tras un breve acto oficial, los guardias fronterizos se instalaron en sus garitas, pero nadie quiso atravesar el paso en las primeras horas.

Moscú y Tibilisi firmaron el 24 de diciembre, con mediación suiza, un acuerdo para la reapertura de la frontera.

Los rusos y georgianos que quieran atravesar este paso fronterizo necesitarán el correspondiente visado.