Raimundo Fitero
Sin fronteras
Tormentas sin fronteras. Desastres sin fronteras. Policías sin fronteras. Las fronteras se abren y se cierran dependiendo del valor de las mercancías o las personas que las atraviesen. Una tormenta perfecta recorre Europa y deja en Francia medio centenar de muertos. Algo inusitado. Mirar las imágenes de esta catástrofe en la costa atlántica francesa nos despierta desazón. Nos parece incomprensible. La teoría de los efectos de las devastadoras inclemencias de la naturaleza entre ricos y pobres se nos ahogan con estas muertes. Quizás sea otra confirmación: el Estado desmembrado por las tesis neoliberales se concreta en la falta de inversiones en seguridad, en infraestructuras y hace que se pierda consistencia en los muros y los derechos civiles y laborales. Es una teoría desprendida de la inmediatez.
Lo cierto es que en La 2 sigue emitiéndose uno de esos programas que crearon escuela de reporterismo, «En Portada», y el pasado domingo se acercaron a los trabajadores, en su mayoría mexicanos, que atraviesan los miles de kilómetros fronterizos con EE.UU. buscando una soñada y quimérica seguridad económica y encuentran una situación de penuria e indefensión de una nueva manera de ser esclavo, dependiente. Parecía un reportaje de hace quince años, pero era de antes de ayer, como quien dice, por lo que debemos recordar que damos por supuestas muchas cosas que las propagandas nos hacen olvidar, reconocer, y no han encontrado solución. Los movimientos migratorios siguen y no solamente los que nos llegan a Europa, y en todos los lugares se producen abusos, se trata a esas personas casi como animales, se les niegan los derechos más elementales y se mantiene un terror envuelto en papel de peladilla capitalista donde es posible el triunfo.
Lo que más duele es ver a esas personas entregadas, declarando que prefieren esa vida horrible sin papeles, en EE.UU. que un futuro más incierto en su país, en su pueblo. Deben ser los efectos de la propaganda subliminal televisiva sin fronteras. Estos seres son crédulos, tienen fe en un sistema que machaca a los débiles. Y se creen que es su elección. Incluso se creen que es su mejor opción. ¿Y si tienen razón?