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Crónica | Homenaje a las víctimas del franquismo

Azkuna comparte discurso con los herederos de Areilza

El Consistorio bilbaino rindió ayer homenaje a las víctimas del franquismo, en un acto en el parque de Doña Casilda, en el que el alcalde, Iñaki Azkuna, obvió que él y uno de los partidos que asistieron, el PP, se niegan a la retirada de símbolos del régimen fascista.

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Agustín GOIKOETXEA

PNV, PP, PSE y EB participaron ayer en una ofrenda floral en la escultura ``Memoria viva'', levantada por el Ejecutivo de Lakua en 2006 en homenaje a las víctimas del franquismo, para recordar a las personas que sufrieron la represión durante «los oscuros años de la dictadura». A escasos metros, representantes de Ahaztuak 1936-1977 desplegaron una pancarta con el lema en euskara y castellano «El mejor homenaje=La justicia».

Ante la pieza de bronce patinado que diseñó el escultor Nestor Basterretxea, el alcalde y los portavoces de los cuatro grupos municipales depositaron ramos de flores, en un acto institucional con la Banda de Txistularis de gala interpretando piezas de Guridi y Sorozabal, al igual que una guardia de honor de la Policía Municipal que rindió honores. El lugar del homenaje, por cierto, se encuentra a escasos metros del paseo que lleva el nombre del ministro de Franco e ideólogo de Falange Española Rafael Sánchez Mazas, a quien Azkuna mantiene a pesar de que son varias las iniciativas ciudadanas para que el falangista que compuso el ``Arriba España'' y una estrofa del ``Cara al Sol'' deje de estar en el callejero de la capital vizcaina.

Mientras los miembros de Ahaztuak eran identificados por agentes de la Ertzaintza y vigilados por policías municipales y escoltas, el alcalde pronunciaba un discurso en el que no faltó la referencia a Unamuno y que obvió deliberadamente que la sublevación militar contra la República española, fruto de la voluntad expresada en las urnas, fue apoyada por la derecha, aquella cuyos herederos compartían ayer mensaje institucional. Azkuna, siguiendo el dictado del revisionista histórico tan en boga, situó la expresión política de los golpistas en la «extrema derecha», sin referencia alguna a los sectores políticos y económicos que situaron a uno de sus antecesores, José María de Areilza, el que pronunció el 8 de junio de 1937 en las escalinatas de la casa consistorial un discurso incendiario contra los partidos democráticos de entonces y muestra de la persecución despiadada y brutal que se desató contra la población que no pudo huir al exilio.

Sin rubor

En su alocución, el primer edil aplaudió sin rubor la operación diseñada en los compases finales de la vida de Francisco Franco para dar paso a la Reforma. «Afortunadamente el pueblo español y el pueblo vasco maduraron en el infortunio y muchos, del grupo de los vencedores y los vencidos, tuvieron la sensatez y la inteligencia para que aquella tragedia no se repitiera. Porque en su alma anidaba -subrayó Iñaki Azkuna- el deseo de no repetir esa catástrofe fratricida nacional y prefirieron rebajar sus pretensiones personales, ideologías incluidas, y arreglar los asuntos en paz, con la razón y la palabra».

Tras la pancarta, Martxelo Álvarez, de Ahaztuak, denunciaba el «cinismo de algunos», en referencia a la negativa del alcalde a retirar el nombre de Sánchez Mazas del callejero y de la proposición no de norma del PP en las Juntas Generales de Bizkaia para que no se quite simbología del franquismo como los escudos imperiales que presiden la sede de la Hacienda española y Correos en Bilbo.

«Este acto es una muestra del marketing político, así como de la falta de moral y coherencia», afirmó Álvarez, animando a la movilización social. Más tarde, Gazte Abertzaleak coincidía en la crítica a la actitud que mantiene el alcalde frente a los símbolos franquistas y le acusaba, además, de utilizar el acto «para realizar declaraciones sobre las víctimas de ETA».

 

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