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Maite SOROA | msoroa@gara.net

La «cuchipanda» del aniversario

Ahora que Rodolfo Ares, Patxi López y Antonio Basagoiti celebran la cuchipanda de su primer cumpleaños en el Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca, la tropa de aduladores oficiales se afana en hacerles felices en momento tan señalado. Que la realidad no les chafe la celebración.

Ayer Eduardo Uriarte en «El País» no ahorraba halagos ni perfumes: «Frente a la Euskadi de la marmota, la del soberanismo, el conflicto, la amenaza de ETA multiplicada por la presencia de Batasuna, se abrió, hace un año, la Euskadi del cambio. Puede ser pretencioso llamar a la nueva Euskadi la de los lebreles, pero permítanmelo, aunque cojeen bastante en esos zarzales de los espacios míticos intocables erigidos por 30 años de nacionalismo, porque lo han sido a la hora de traer rápidamente la normalización política». O sea, una cosa mágica, como si el lehendakari no saliera de las urnas sino de la lámpara de Aladino.

Uriarte desgrana luego las proezas alcanzadas en tan breve lapso de tiempo: «Las relaciones con el Estado y el resto de España son relaciones y no exabruptos. La Ertzaintza es una policía y no un tabú. A ETA le cuesta hacerse presente. Ni el euskera ni el Concierto están en peligro, aunque ambos sean materias que nadie ose analizar, temiendo toparse con ellas. Por contra, la Euskadi de la marmota vuelve al soberanismo, revolviéndose sobre su nacionalismo más agresivo. Concentra a sus mesnadas en el BEC para repetir lo pasado, y adorna la Diputación de Guipúzcoa con la lápida al desacato frente a la legalidad y la normalidad de colocar la bandera de España. A la vez, la izquierda abertzale, escenificando sospechosamente la euforia de los que superan un estreñimiento, nos presenta su reflexión sobre lo mismo». Lo que más le ha gustado, sin duda, es lo de la bandera rojigualda impuesta en el palacio de la Diputación de Gipuzkoa. Es lo que tienen los conversos.

Y como no se queda satisfecho, carga contra Brian Currin, «un personaje, no acostumbrado a sistemas políticos occidentales, para el que todo puede valer, poner en una misma balanza la violencia terrorista y la fuerza legitima del Estado, negar la validez de la ley, como la de Partidos». ¿Occidental? Eso suena a racismo del duro. Quien no está con Uriarte, está contra él y además es un inepto. Vaya, vaya.

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