Un mejor alumbrado de las calles rebaja la contaminación lumínica y evita el derroche energético
La exitosa experiencia de Gares, así como los estudios piloto realizados en cuatro municipios de Gipuzkoa y Bizkaia, demuestran que es posible conseguir un mejor alumbrado de las calles y al mismo tiempo rebajar la contaminación lumínica y evitar el derroche energético.
Iñaki VIGOR
El día 14 de febrero de 2006 el Parlamento de Nafarroa aprobó la Ley Foral de regulación del alumbrado para la protección del medio nocturno, y en noviembre de 2007 el Gobierno aprobó el Decreto Foral que desarrollaba dicha ley. De esta forma, Nafarroa se convirtió en la primera comunidad del Estado español, y de momento, la única, que tiene en vigor una legislación de estas características, ya que el reglamento que se aprobó en Catalunya se encuentra recurrido y a falta de sentencia.
Esta ley navarra fue impulsada por la asociación Cielo Oscuro, que en su día ya advirtió de que «no era una buena herramienta» para combatir la contaminación lumínica. Fernando Jauregi, miembro de dicha asociación y astrofísico del Planetario de Iruñea, constata que la contaminación lumínica no sólo no ha disminuido desde entonces, sino que ha ido en aumento.
Al margen de la citada ley, de aplicación en el conjunto de Nafarroa, los ayuntamientos pueden adoptar medidas para mejorar la eficiencia energética en sus respectivos municipios, es decir, ser más exigentes que la legislación genérica aprobada en el Parlamento. De momento, en este herrialde hay un ayuntamiento que destaca sobre todos los demás en su lucha contra la contaminación lumínica: Gares. Básicamente, el Consistorio de esta localidad ha dispuesto que en el pueblo sólo puedan ser instaladas farolas que iluminen hacia abajo, es decir, que no emitan luz hacia el cielo. Además, el Ayuntamiento lleva a cabo un control de la cantidad de luz que hay en la calle, de forma que no se sobrepasen los niveles que recomiendan los organismos internacionales.
«Con esas dos medidas, y utilizando la luz de forma adecuada, es decir, reduciendo el flujo a partir de ciertas horas, es suficiente para reducir la contaminación lumínica y ahorrar muchísimo dinero. Cuando el plan de Gares se aplique completamente, el Ayuntamiento ahorrará 15.000 euros al año en la factura de electricidad. Es decir, gastarán menos por iluminar mejor su pueblo», explica Fernando Jauregi.
Al mismo tiempo, anima a todos los demás ayuntamientos a que «se miren en el espejo de Gares, porque hace las cosas bien con menos dinero y es un ejemplo a seguir». El caso de Gares es reconocido también fuera de Nafarroa. Así, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Asociación contra la Contaminación Lumínica Cel Fosc, alaban la renovación del alumbrado público por parte de este ayuntamiento porque ha demostrado que «es posible racionalizar la iluminación de las calles, mejorando la eficiencia energética y reduciendo fuertemente el gasto en electricidad».
Experiencias en otros ayuntamientos
Con motivo del Día Mundial de la Eficiencia Energética, celebrado ayer, Aranzadi y Cel Fosc recordaron que la contaminación lumínica va en aumento y que este fenómeno «no sólo causa perturbaciones medioambientales serias, sino que también conlleva un enorme derroche de electricidad».
Según los datos que han recogido de forma conjunta, el consumo de energía en alumbrado público, por habitante y año, está creciendo de forma continuada desde hace más de cuatro décadas. En la actualidad, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa el consumo de electricidad para alumbrado público se sitúa en torno a 280 millones de kilovatios/hora.
A partir de un plan impulsado con la Diputación de Gipuzkoa, en colaboración con EVE, estas dos asociaciones han realizado unos estudios piloto en Legazpi, Tolosa, Ibarra y Ondarroa para conocer el grado de eficiencia de la actual iluminación, detectando los puntos donde se produce contaminación y desperdicio de energía. El objetivo es proponer una renovación del alumbrado estableciendo una iluminación de calidad en todo el municipio, evitando pérdidas de luz hacia el entorno y ajustando las potencias a las recomendaciones de la Comisión Internacional del Alumbrado.
Estos estudios piloto han permitido establecer que el consumo óptimo, respecto al actual, permitiría reducir más de un 40% el consumo de electricidad y la emisión de CO2, y, además, conseguir un ahorro en la factura eléctrica entre el 38 y el 45%.
Pese a tratarse de cuatro municipios de distinto tamaño y disponer de diferente tipología de alumbrado, los resultados obtenidos en todos ellos son muy similares. A juicio de Aranzadi y Cel Fosc, esto indica que el problema es general en todas las poblaciones y que, por tanto, las soluciones son válidas para el resto de los municipios.
Por ello, consideran que debería corregirse la situación de «descontrol y excesos» en el desarrollo de los alumbrados exteriores, tanto públicos como privados.
de kilovatios/hora es el consumo que se podría reducir para alumbrado público en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa si se aplican una serie de medidas.
Si se aplican las conclusiones del estudio realizado en Legazpi, Tolosa, Ibarra y Ondarroa a las cifras de gasto anual de energía para alumbrado público, el resultado es espectacular. Así, Aranzadi y Cel Fosc estiman que en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa hay un potencial de reducir 112 millones de kv/hora en consumo, lo que supondría reducir en 45.000 toneladas las emisiones de C02 y rebajar en 13 millones de euros la factura eléctrica.
Los datos de este estudio han sido presentados en el Parlamento de Gasteiz, que ya inició en la pasada legislatura una ley de eficiencia energética, pero que quedó sin terminar. I.V.