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Esto es Europa

La crisis griega ha destapado una realidad que tiene muchas aristas. La reunión entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro griego, Yorgos Papandréu, ofrece una imagen propicia para analizar algunas de ellas, especialmente las relativas al proceso de construcción europea. Por un lado, los trabajadores alemanes tienen todo el derecho del mundo a quejarse por la manera en la que los estados europeos a los que Alemania financió con dinero público en las pasadas décadas han «invertido» ese dinero. La crisis griega tiene este componente. La crisis española también tiene ese elemento, lo que puede ayudar a entender mejor parte de lo que está ocurriendo en estos momentos. Los alemanes tienen que aceptar, asimismo, que las multinacionales alemanas se beneficiaron de los procesos de privatización que acompañaron a aquellas ayudas. Lo uno, no cabe olvidarlo, iba con lo otro. De hecho, una de las razones por las que Alemania no quiere dejar caer a Grecia es que gran parte de Grecia es ya, de facto, alemana en el sentido de propiedad. Si se mira al ejemplo más cercano del Estado español, o aún más cercano de Nafarroa, a nadie escapa la implantación de empresas alemanas en sectores como la automoción o en servicios semipúblicos como el postal. Fueron contrapartidas a los fondos invertidos en carreteras sin peaje que recorren la periferia del Estado español, infraestructuras que nadie utiliza porque no se ha creado tejido productivo que las alimente. Por otro lado, nadie duda de que los trabajadores griegos tienen muchas razones para enfadarse como lo están haciendo, porque desde fuera se les están imponiendo medidas draconianas que les afectarán sobre todo a ellos. Su Gobierno acata decisiones tomadas por otros países a sabiendas de que tendrán ese coste social: más paro, más precariedad y un sufrimiento terrible para una gran masa social. Su plan de rescate consiste en someterse al poderoso y contener al pobre.

Resumiendo mucho, esta crisis ha destapado que la construcción europea no es sino el barniz que dan los estados poderosos a sus intereses económicos. El resto es o retórica o un modelo alternativo aún por construir.

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