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Cien días de Tratado de Lisboa sin haber cumplido sus propósitos

El Tratado de Lisboa fue presentado a bombo y platillo como la herramienta de la UE para lograr una mayor eficacia de sus instituciones y mayor visibilidad en política internacional. Cien días después, el balance es desolador, ya que no ha cumplido estos objetivos.

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Cien días después de la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, las nuevas instituciones creadas por la UE con el objetivo de convertirse en más eficaz, con presidente y responsable de la diplomacia, están todavía en pañales y no han logrado difundir la posición de los 27 en el mundo.

«El Tratado de Lisboa se presentó durante mucho tiempo como `la' solución a los problemas de la Unión Europea. De hecho, no es más que un pedazo de papel frente a las realidades políticas de Europa, que no han cambiado», comenta Hugo Brady, del Centre for European Reform, un grupo de reflexión londinense.

El nombramiento de personalidades con «perfil insustancial» -el belga Herman van Rompuy como presidente estable y la británica Catherine Ashton al frente de la diplomacia europea- se interpretó como la voluntad de los estados de «seguir teniendo la voz cantante en los asuntos exteriores», estima Jean-Dominique Giuliani, presidente de la Fundación Robert Schuman.

Y tras su exclusión en diciembre de las últimas negociaciones en Copenhague sobre el clima -EEUU prefirió entenderse directamente con China, India o Brasil-, la UE ha seguido siendo incapaz de ofrecer una imagen de unidad en el ámbito internacional.

La creación de una Presidencia estable de la UE no ha supuesto la desaparición de las presidencias de turno semestrales. El Estado español, que la ejerce actualmente, ha logrado presidir los encuentros entre la UE y terceros países «con la excusa de la transición, como si el Tratado de Lisboa no existiera» en vez de aceptar una verdadera «ruptura» con el pasado, destaca Giuliani.

Esta confusión que persiste al frente de la UE explica en parte la decisión del presidente de EEUU, Barack Obama, de renunciar a una cumbre prevista con los 27 en mayo.

Ashton, por su parte, ha sido muy criticada por haber faltado a algunas reuniones internacionales o no haber aparecido en la ayuda a las víctimas del terremoto de Haití.

«Pero está tan sobrecargada de responsabilidades -asuntos exteriores, política de defensa, acción humanitaria-, que no sabe dónde tiene que dar la cara», señala Brady.

La pasada semana, en Córdoba, los ministros europeos de Exteriores afirmaron que no aceptarían un Servicio de Acción Exterior (SAE) dirigido directamente por el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso.

legitimidad

Un alto responsable de la Unión Europea reconoció que Herman van Rompuy no tiene legitimidad democrática para dirigirse directamente a la ciudadanía europea como presidente estable del Consejo Europeo.

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