Emilio Aragón es de los que convierte en oro todo lo que toca, gracias a que sabe conectar con el gran público en todas y cada una de las disciplinas artísticas que abarca. El cine no va a ser una excepción, así que es de esperar que «Pájaros de papel» sea un éxito en el mercado interior. En su ópera prima como director juega sobre seguro al inspirarse en su familia y en testimonios de los veteranos de la profesión que conoce tan de cerca, en cuanto información de primera mano que integra en un género muy arraigado dentro del Estado español. Películas sobre los cómicos del 36 y de la posguerra las han hecho casi todos los directores de prestigio: Fernando Fernán-Gómez («El viaje a ninguna parte»), Carlos Saura («¡Ay, Carmela!»), Fernando Trueba («La niña de tus ojos») o Jaime Chávarri («Las cosas del querer»).

Con una historia como esta, en cierto modo autobiográfica, Emilio Aragón busca emocionar a los espectadores, sobre todo a los de edad avanzada y, por tanto, más proclives al recuerdo nostálgico. Las canciones que ha compuesto «Milikito», como autor de la banda sonora, son muy evocadoras y ayudan a mezclar llantos y risas. Por si con ello no bastara, ha contado para la escritura del guión con todo un experto en la materia melodramática, el argentino Fernando Castets, que está detrás de éxitos como «El hijo de la novia». Y, por supuesto, la presencia de un reparto estelar que establece una relación interna familiar, a partir del momento en que Lluis Homar, Imanol Arias y Carmen Machi acogen en su compañía ambulante al pequeño Roger Princep de «El orfanato».