La caótica invasión de Irak en su primera fase de fallida reconstrucción
«Green Zone: Distrito protegido»
Si hay un cineasta preparado para filmar desde dentro el infierno de la guerra ése es Paul Greengrass, que se atreve a recrear a ritmo de vertiginoso thriller de acción lo que fue la invasión de Irak en su primera etapa, cuando Bush ordenó la búsqueda de armas de destrucción masiva, a la par que puso al frente de la reconstrucción del país al inexperto Paul Bremmer, quien diseñó una ciudad-burbuja para los norteamericanos a 10 kilómetros del centro de Bagdad.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Para situarse mejor ante el desafío cinematográfico que supone «Green Zone», hay que remontarse a dos años atrás, que es cuando se llevó a cabo el rodaje de la película. Pero Paul Greengrass es un perfeccionista que nunca se queda contento y le cuesta mucho cerrar el montaje final. Es de los que ruedan metros y metros de película, hasta acumular tanto material que trae de cabeza a sus montadores, con Christopher Rouse a la cabeza. Para colmo, esta vez no le bastó con todo lo registrado por la siempre nerviosa cámara en mano de Barry Ackroyd, director de fotografía realista fiel a Ken Loach, y no dudó en filmar escenas adicionales a última hora.
El complejo y largo proceso de producción puso de los nervios a los ejecutivos de la Universal, un gran estudio que mantiene un particular pulso con Paul Greengrass. No era para menos, porque llevaban invertidos en «Green Zone» más de cien millones de dólares. Les dió el ataque, cuando el cineasta británico anunció que ya no rodaría más entregas de la saga Bourne, a la vez que el estelar Matt Damon decía que no volvería a ser protagonista sin su director favorito. Aunque Paul Greengrass les había hecho ganar mucho dinero con «El mito de Bourne» y «El ultimátum de Bourne», los de la Universal temían que ahora les llevara a la ruina, a sabiendas del riesgo que conllevan las películas bélicas sobre Irak, todas ellas deficitarias.
Así estaban las cosas, pues nadie se esperaba hace unos meses el triunfo de «En tierra hostil» en los Óscar, y ni siquiera la propia distribuidora confiaba en la película de Kathryn Bigelow. Los seis Óscar obtenidos la madrugada del domingo al lunes ponen un panorama más favorable al estreno de «Green Zone», con lo que habrá que hasta alegrarse de un retraso que le ha venido muy bien.
Hay elementos más que sobrados para el optimismo, gracias a que los Óscar conceden una segunda vida comercial a «En tierra hostil», que tal vez ayude a vencer el rechazo del público norteamericano a todo lo que le recuerde de forma directa a Bush y a la invasión de Irak. Es lógico que haya ganas de comparar los dos títulos que, milagrosamente, van a coincidir en la cartelera. Ambos comparten un mismo estilo visual, ya que en ellos ha dejado su impronta documental el antes mencionado Barry Ackroyd.
En la ciudad esmeralda
También ha llevado mucho trabajo la elaboración del guión, que ha pasado por distintas manos antes de acabar en las del prestigioso Brian Helgeland, ganador de un Óscar por la magistral adaptación que hizo de la novela negra de James Ellroy «L.A. Confidential». En esta ocasión se las ha tenido que ver con un libro de investigación periodística, así que todo el entramado de ficción viene a constituir a un guión original. Lo que Helgeland ha escrito es un thriller de suspense, pensado para que Matt Damon, aún luciendo el uniforme militar, protagonice una intriga a lo Bourne, ya que es en teoría el encargado de dar con el paradero de las armas de destrucción masiva.
A esa oscura trama, tras la cual se oculta el plan del gobierno de Bush para acabar con Saddam Hussein y restituir un nuevo orden bajo su control, se suma todo el caudal de imágenes de acción bélica que Paul Greengrass es capaz de desplegar a la mínima excusa argumental. En los pases previos de prueba no faltaron espectadores que se quejaron del mareante uso de la cámara en mano, pero eso mismo es justo lo que esperan los seguidores del frenético cineasta británico.
Al leer el ensayo de Rajiv Chandrasekaran, un periodista del Wahington Post de origen indio especializado en Oriente Medio y Asia, Greengrass comprobó que lo que anunciaba el título se correspondía exactamente con su contenido. En «Vida imperial en la ciudad esmeralda. Dentro de la Zona Verde de Bagdad», editado por RBA en el 2008, se describe la constitución y desarrollo por parte del ejército norteamericano de ese distrito protegido. El cineasta siempre ha dicho que el texto se prestaba a una sátira coral como la que hizo del imperialismo yanqui Robert Altman en «M.A.S.H.», pero se trata de un género ajeno a sus posibilidades estilísticas y técnicas, por lo que ha preferido llevarlo a su terreno, dotándolo de un desarrollo ficcional más agresivo y visualmente impactante.
Con todo, el trasfondo histórico está ahí y los hechos, todavía muy recientes en la memoria colectiva, no se pueden cambiar. Este mismo mes se cumplen site años del comienzo de la invasión de Irak. Es un tiempo más que suficiente para certificar los irreparables daños causados en un país cuya anunciada reconstrucción sigue pendiente.
El ruinoso plan de Paul Bremer
La locura que vive el protagonista de «Green Zone» refleja la situación de caos total experimentada entre la invasión del 2003 y el final del periodo del enviado oficial de Bush al lugar, un inexperto Paul Bremer que entonces contaba tan sólo 24 años de edad.
El personaje de Matt Damon no tarda en descubrir que la búsqueda de armas de destrucción masiva se complica con la eliminación de los oficiales afines a Saddam Hussein, así como con las dificultades derivadas de la pésima estrategia de implantación en un país hostil. El gran y principal fallo de Paul Bremer fue desde el principio prescindir de todos los cargos y técnicos que habían ejercido labores imprescindibles bajo el anterior regimen. En lugar de limitarse a depurar las conexiones entre el partido Baas y el poder, ordenó una limpieza a todos los niveles que dejó al país de la noche a la mañana sin personal nativo c apacitado.
Respecto a los suyos, Bremer se rodeó de afines al partido de Bush, a pesar de que no contaban con expertos en Oriente medio, ni tradcutores o conocedores de la idiosincrasia cultural de una ciudad tan conflictiva como Bagdad. He ahí el motivo de la creación de la denominada Zona Verde, resguardada de la Roja o dominada por el enemigo. Los constantes ataques sufridos pronto demostraron de que era menos segura de lo que creían.
Bremer hizo una ciudad-burbuja, aislada de la realidad exterior, en una zona residencial aledaña al palacio de Saddam, situada a diez kilómetros del centro. Desde esa réplica de cualquier urbe yanqui aplicó inviables políticas neoconservadoras, pretendiendo implantar a la fuerza en Irak una democracia liberal y de mercado.
El cineasta británico Paul Greengrass comenzó su carrera profesional hace 25 años, pero ha tardado en descollar. Empleó la mayor parte del tiempo en adquirir oficio en la televisión, aunque su opera prima cinematográfica data ya de 1.989. «Resurrected» se adentraba en el conflicto con Argentina de las Malvinas y fue premiada en la Berlinale, en un descubrimiento que no tuvo inmediata continuidad. Regresó casi diez años después con «Extraña petición», una drama romántico hecho a la medida de Kenneth Branagh y Helena Bonham Carter, que se salía de su cine de acción característico. Fue su arrolladora visión histórica del problema irlandés en «Bloody Sunday» la que le situó al primer nivel internacional. Su incorporación a la trilogía Bourne supuso la definitiva consagración, al contar con sobrados medios técnicos. Ello no le impidió exhibir su talento para el cine independiente en «United 93», filmada a tiempo real alrededor de los atentados del 11-S. Ahora prepara una revisión de la Guerra de Vietnam, adaptando una novela de David Mariannis. M.I.
El personaje de Matt Damon no tarda en descubrir que la búsqueda de armas de destrucción masiva se complica con la eliminación de los oficiales afines a Saddam Hussein, así como con las dificultades derivadas de la pésima estrategia de implantación en un país hostil.
Dirección: Paul Greengrass.
Guión: Brian Helgeland, sobre el libro de Rajiv Chandrasekaran.
Intérpretes: Matt Damon, Greg Kinnear, Brendan Gleeson, Amy Ryan, Jason Isaacs.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Música: John Powell.
País: EEUU, 2010.
Duración: 115 minutos.