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Frida Modak periodista

Colombia: entre el cambio y el uribismo sin Uribe

Después de que la Corte Constitucional colombiana frenara las aspiraciones de Álvaro Uribe para optar a un tercer mandato presidencial, el periodo preelectoral en el país sudamericano presenta múltiples aristas que analiza con detalle en su artículo Frida Modak. La que fuera secretaria de prensa del Presidente Salvador Allende describe un paisaje político con dos frentes diferenciados: los aspirantes al cambio del Polo Democrático, con Gustavo Petro a la cabeza, y el uribismo, cuyo referente más sólido es Juan Manuel Santos, ex ministro de Defensa. Este último tiene en su caudal político actuaciones como el bombardeo del campamento de las FARC en territorio ecuatoriano o el operativo para recibir al grupo de retenidos por las FARC, en el que se encontraba Ingrid Betancourt.

La corte Constitucional de Colombia le puso fin a las aspiraciones del presidente Álvaro Uribe de postular a un tercer mandato consecutivo. Las razones no fueron de orden político, sino que la decisión se basó en las múltiples irregularidades contenidas en el proyecto de referéndum aprobado por la mayoría oficialista del Parlamento. Los magistrados fueron muy precisos al señalar estos aspectos, para que no se buscaran interpretaciones que intentaran presentar el fallo como una forma de impedir la expresión de la voluntad popular.

Las irregularidades eran de distintos órdenes e incluían la no fijación de topes en materia de financiación de las campañas políticas y tampoco se podían establecer reglas sobre la recolección de firmas en apoyo del referendo. Los integrantes de la Corte tenían además otras razones, derivadas de la grave confrontación de poderes ocurrida respecto de la ley que permitió la anterior reelección de Uribe.

Como se recordará, se descubrió después que para obtener los votos que se requerían para aprobar esa ley se había recurrido a la compra de los votos de algunos parlamentarios, lo que no sólo originó un bullado escándalo sino también una grave confrontación de poderes entre la Corte y el Poder Ejecutivo que hizo temer, en el estamento político colombiano, que se produjera una salida extraconstitucional.

En esta oportunidad, Uribe no objetó el fallo, no habrá tercer mandato y hay varias candidaturas presidenciales, la mayoría de ellas pertenecientes a los partidos que han respaldado al mandatario y los pronósticos indican que al uribismo sin Uribe no le será fácil mantenerse en el Gobierno y si lo logra no tendrá la misma base de apoyo. Por otro lado, el cambio también se hará sentir en el plano latinoamericano.

Mientras se definía si Uribe podría optar o no a la segunda reelección, los aspirantes a sucederlo no ocultaron sus aspiraciones, pero esperaron a que la situación se definiera para postularse abiertamente. El más conocido es el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos, quien preside el Partido Social de Unidad Nacional, más conocido como «Partido de la U», que surgió de una división del Partido Liberal.

Uribe pertenecía al liberalismo, pero esa colectividad no lo postuló a la presidencia en 2002 y él se marginó. Fue candidato del movimiento «Primero Colombia» y ganó. Después, tras una serie de intentos, surgió el Partido de la U, en cuya creación jugó un rol destacado Juan Manuel Santos, que después sería ministro de Defensa y a quien en algunos sectores se lo considera el uribista con más posibilidades de ganar.

Pero hay otros partidos que han respaldado a Uribe, como el viejo Partido Conservador, que tiene dos precandidatos. Una es Noemí Sanín, que después de desempeñarse en el sector privado fue ministra de Comunicaciones y luego de Relaciones Exteriores, tiene una vasta trayectoria diplomática. En 1994 fue candidata a la presidencia por el Movimiento Sí Colombia y obtuvo tres millones de votos. También ha participado en negociaciones con las FARC y el ELN.

Su rival en el Partido Conservador es Andrés Felipe Arias, del que Uribe ha dicho que es su «versión mejorada», pero Sanín tiene más del 50 por ciento de apoyo partidario y ha declarado que postulará a la presidencia en la primera ronda electoral que se realizará en mayo. Hay otros aspirantes de partidos del entorno del uribismo, pero Santos es el de mayores posibilidades y se discute si es el favorito de Uribe o no.

Santos, como ministro de Defensa, fue quien decidió y dio la orden de bombardear el campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. También fue el que manejó el operativo para recibir al grupo de retenidos por las FARC en que se encontraba Ingrid Betancourt. En ese operativo, elementos del Ejército colombiano usaron indebidamente emblemas de la Cruz Roja Internacional.

Santos afirma que «quiero ser el presidente de los colombianos para defender el legado de Uribe» y tanto él como los demás le dan gran importancia a los votos del uribismo. Sin embargo, la encuesta bimensual de Gallup hecha pública el 2 de marzo indica que el apoyo a Uribe cayó un 5 por ciento. En el plano opositor destaca el Polo Democrático, con Gustavo Petro, organización que ha consolidado importantes posiciones, al igual que el Partido Verde.

La salida de Uribe de la presidencia de la república de Colombia tiene una repercursión importante en América Latina. Aunque Estados Unidos no aprobó el tratado de libre comercio a que aspiraba, el mandatario ha sido uno de los presidentes más cercanos a Estados Unidos, junto al costarricense Oscar Arias, quien sí logró el tratado de libre comercio.

Pero a pesar de esto, Uribe era y aún es visto como un gran aliado del país del norte, aunque su relación fuera más estrecha con Bush. Esto y su permanente confrontación con Venezuela, le dieron una suerte de liderato entre los países latinoamericanos con gobiernos de orientación derechista, como Panamá, Perú y próximamente Chile. Santos carece de ese ascendente, su imagen en el medio latinoamericano no es positiva y está por verse si su eventual gobierno tendría una base firme.

Distintos análisis apuntaban al chileno Sebastián Piñera como eventual reemplazante de Uribe a la cabeza de esos gobiernos caracterizados como los del Océano Pacífico. Pero Piñera tendrá que dedicarle el máximo de atención a su país, porque el daño causado por el terremoto del 28 de febrero es de toda índole. En lo económico solamente se estima que se requieren de 20 a 30 mil millones de dólares para la reconstrucción.

Se ha señalado que solamente la reconstrucción material del país tardará unos 15 años. Capítulo aparte son los efectos que el sismo ha tenido sobre los habitantes y eso no se supera con el uso de la fuerza que el futuro presidente ha reclamado tanto ahora como antes para combatir la inseguridad.

© Alai-AmLatina

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