China está satisfecha por su desarrollo económico, que considera que lleva a cabo sin intenciones de convertirse en hegemónica, pero hará respetar cueste lo que cueste su soberanía sobre Taiwán y Tíbet y resistirá las presiones sobre su moneda, explicó ayer el primer ministro chino, Wen Jiabao.

Durante su única comparecencia anual ante los periodistas extranjeros, tras la clausura de la sesión de la Asamblea Nacional Popular en Beijing, Wen comenzó explicando que «este año va a ser el más complicado para la economía», puesto que «aunque la economía mundial experimenta una recuperación, los principales problemas mundiales no han desaparecido todavía».

Wen dijo implícitamente que Beijing no cederá a las presiones creciente de los grandes socios comerciales de China, con EEUU a la cabeza, que consideran que la cotización del yuan, su moneda oficial, se mantiene artificialmente baja para favorecer las exportaciones del país asiático, convertido en primer exportador mundial.

«Desde que estalló la crisis financiera internacional y se propagó, la tasa de cambio estable del renminbi [moneda del Pueblo] ha aportado una importante contribución», aseguró Wen durante esta comparecencia formal de dos horas para la que los periodistas deben presentar previamente sus preguntas.

País subdesarrollado

El primer ministro recordó que China está muy lejos de ser un país desarrollado y se mostró preocupado por las desigualdades sociales, potencialmente explosivas en el plano político en este inmenso país de 1.300 millones de habitantes.

«Nuestro desarrollo económico y social debe otorgar más atención a los pobres y a los grupos desfavorecidos porque constituyen la mayoría», dijo.

«La economía china no está separada de la mundial, incluso si tenemos una recuperación estable de la economía [8,7% de crecimiento en 2009], la situación económica de numerosas industrias chinas no ha mejorado sustancialmente, sino que se base principalmente en el apoyo de nuestras políticas», dijo Wen, anunciando que el plan de relanzamiento, dotado con más de 400.000 millones de euros e impulsado a finales de 2008, había sido positivo».

«Se necesitarán cien años, o incluso más, para que China se convierta en un país moderno», dijo Wen, asegurando que Beijing no tiene objetivos de convertirse en hegemónico pese a los temores de algunos países ante la formidable pujanza de China, que se se ha convertido en la segunda potencia mundial y cuya voz cada vez se escucha más en la escena internacional.

«Algunos dicen que China es arrogante, que es dura, pero el desarrollo de China no afectará a ningún país. China no buscará jamás la hegemonía, ni cuando sea un país desarrollado», aseguró Wen.

En cambio, donde no cederá nunca será en cuestiones que considera innegociables, como Taiwán o Tíbet.

«Las relaciones sino-estadounidenses tuvieron un buen arranque tras la llegada al poder de Barack Obama», declaró Wen, que destacó que con la venta de armas a Taiwán en enero y la recepción al Dalai Lama, el líder del budismo tibetano, en febrero, «los EEUU violaron la soberanía china y su integridad territorial».

Tensión con Washington

«La responsabilidad corresponde a EEUU», destacó Wen, instando a Washington a tomar «iniciativas concretas» para mejorar las relaciones bilaterales, aunque no precisó a qué se refería exactamente.

Pese a todo, el primer ministro subrayó que la relación de China con EEUU es «el más importante lazo» con otro país para Beijing y reconoció que «va más allá de lo bilateral, pues afecta a todo el mundo».

En este sentido, Wen instó a Washington a que respete los comunicados conjuntos firmados entre ambos países cuando establecieron sus relaciones diplomáticas en la década de 1970, «con el fin de restaurar y mejorar los lazos», subrayando que «siempre será mejor el diálogo que la confrontación».

Los analistas pronosticaron que 2010 sería muy sensible para los lazos entre Beijing y Washington y que la relación con China sería para EEUU el principal foco de conflictos diplomáticos, por encima incluso de tradicionales avisperos como Irak, Irán o Corea del Norte.

El primer ministro, de 67 años, que apareció fatigado y menos vivo que habitualmente, fue preguntado en dos ocasiones por su estado de salud.

«Mi estado de salud es bueno. Estoy lleno de energía», aseguró Wen.

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