Jesus Valencia I educador social
Pamplona 6 de marzo...
No era el 6 de julio, pero las tres movilizaciones se hicieron notar por el bullicio y, la más concurrida, por la alegría. Aquella tarde, Iruñea proyectó una imagen elocuente de la Nafarroa variopinta.
En la calle estuvieron sindicalistas de CCOO y de UGT. ¡Ya era hora! Su defensa de pensiones y jubilaciones era plausible, pero ¡cuántos derechos se han perdido con su complicidad! Sobre aquella escenificación bullanguera se cernía un nubarrón: los premios que ambos sindicatos recibieron -a una con el empresariado- de manos de UPN. «Si el Gobierno central sigue adelante con su propuesta, nos tendrá enfrente». ¿No hay ya motivos sobrados para la pelea? Blandenguería envuelta en amenazas sin fuste. ¡Cómo pesan los conchabeos y los tratos preferentes! Tampoco faltó en aquella tarde clamorosa la inquisición. La intolerancia hecha carne, obsesionada por negar a la mujer el derecho a decidir. Cuatro asociaciones ultramontanas e hipócritas que se autotitulan «pro vida» (mientras esté en fase de gestación); una vez nacida, la engullen y aplastan sin remilgos. Dicen proteger a la infancia y la instrumentalizaron aquella tarde de forma obscena: delegaron en unas chiquillas histerizadas la tarea de agitación. No faltaron ni UPN ni PSOE con los representantes que más los caracterizan: sus respectivas policías. Distintas en apariencia e iguales en esencia; protegiendo a la carcundia y apuntando a los abertzales progresistas. La Policía foral velaba armas junto al Palacio de Navarra. ¿Pretendía defenderlo de los españoles armados que tenía enfrente? ¡Qué va! Unos y otros hacían un pasillo hostil por donde debían de pasar los patriotas.
En los Golem estaba convocada la Nafarroa independentista y multicolor. Convocatoria novedosa y arriesgada; la primera escenificación masiva de ese espíritu confluyente que intentamos avivar entre todos. Personas referenciales de la Nafarroa vascona, salpicada de vaivenes y matices, se pusieron de acuerdo y nos citaron al grito de Hamaika bil gaitezen. ¿Lo conseguirían? Pancarta en ristre, aquel grupo de hombres y mujeres pioneras en este ensayo se lanzaron a la calzada. Me consta que algunos de ellos tenían fundado temor de la respuesta que merecería su convocatoria. La duda se despejó al instante. Miles de personas les secundaban en la marcha. Las banderas de nuestro estado y la ikurriña flameaban por doquier. Se multiplicaban los saludos o guiños cómplices con personas conocidas a las que hemos tenido como adversarias. El grupo se hizo multitud heterogénea: unos, en permanente movilización durante estos años, con los zapatos desgastados; otros, con el jersey de las manifas bastante empolvado por falta de uso. Todos buscando coincidencias. Numerosos y fuertes, protagonizaron con éxito la necesaria confrontación ideológica con la ultraderecha agazapada junto a los Fueros. Los gritos de independentzia -los más hirientes- taladraron los oídos de los españoles reconvertidos en antiabortistas.
Quienes no acudieron el día 6 que no se preocupen. Tienen un hueco reservado en la marcha y habrá nuevas oportunidades de unir fuerzas. Esta sugestiva andadura no ha hecho más que empezar.