GARA > Idatzia > Kultura

CRíTICA cine

«Green Zone: Distrito protegido»

p051_f02_88x76.jpg

Koldo LANDALUZE

Tras la inteligente opción de renunciar a dirigir y protagonizar una falsa cuarta entrega de la saga Bourne, el cineasta Paul Greengrass y el actor Matt Damon, respectivamente, concentraron sus esfuerzos en este nuevo acercamiento al conflicto de Irak, una guerra que, hasta el incontestable éxito de Kathryn Bigelow con “En tierra hostil”, era puro veneno para las taquillas estadounidenses.

En su intento por hacer que su proyecto no cayera en el ostracismo comercial, Greengrass ha sabido combinar dos elementos que maneja a la perfección desde su segunda y explosiva película, “Bloody Sunday” (2002): un ritmo trepidante –jamás enloquecido– y un pulso envidiable para mantener la tensión dramática. En este sentido, al autor de “United 93” se le suele acusar de «marear» al espectador mediante un endiablado montaje, cuyo encadenado, de plano a plano, jamás sobrepasa los cinco segundos. No estoy de acuerdo con esta opinión, porque, a nada que uno se fije, cada uno de esos microfragmentos goza de una composición antológica. Por poner un ejemplo, Greengrass no es de la escuela de Tony Scott y por ello sus escenas nunca pueden ser tildadas de videocliperas y sí como un ejemplo absolutamente innovador de amoldar un discurso cinematográfico a una sociedad acostumbrada al frenesí del zapping. Además, este autor refuerza su apabullante estilo visual con un soporte dramático de gran empaque crítico y que, en esta oportunidad, nos adentra en los entresijos de un conflicto que nació de un artificio llamado «armas de destrucción masiva». Lo que Greengrass pone en escena puede que hoy en día no resulte novedoso, pero permite poner cara y palabras a una de las mayores mentiras políticas y militares de todos los tiempos.

Implacable y dispuesto a no dar cuartel, el cineasta nos adentra en el conflicto de Irak siguiendo la investigación que el «buen soldado» encarnado por un magnífico Matt Damon lleva a cabo por su cuenta y riesgo en una escenografía de caos y balas. Greengrass demuestra que no es obligatoria la opción del 3-D para introducir al espectador en la acción.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo