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Rodolfo Ares sí pudo gritar «Arzalluz apunta, ETA dispara» y «Otegi terrorista»

Iñaki IRIONDO

La cartera de Interior parece haber agudizado la sensibilidad de Rodolfo Ares en materia de «acusaciones injuriosas», puesto que la hemeroteca da cuenta de que el dirigente del PSE no siempre ha hilado tan fino ni se ha mostrado tan puntilloso. De hecho, él mismo ha tenido un papel protagonista en manifestaciones que, según su criterio actual, «podrían ser constitutivas de delito».

El 7 de junio de 2000, Rodolfo Ares participó en Bilbo en una manifestación convocada por el Foro Ermua y Basta Ya en protesta por la muerte en Durango del concejal del PP Jesús María Pedrosa. Según relató en su día la agencia EFE, «hasta el final de la marcha y en la plaza del Ayuntamiento de Bilbao, donde acabó la manifestación, los asistentes también corearon (entre otras) frases como "Arzalluz fascista, Otegi terrorista"». En los discursos finales, el presidente del Foro Ermua, Vidal de Nicolás, dijo que los firmantes del Acuerdo de Lizarra «entrarán en la galería de la historia donde les esperan amortajados los fantasmas de los patriotas, los genocidas, los abanderados de la nada, los racistas y los constructores de ideologías excluyentes». La presidenta de COVITE, Teresa Díaz Bada, menos dotada para la retórica, acusó a Lakua de «estar más cerca de los verdugos que de las víctimas». Quizá Ares aduzca la emotividad del momento, cercana a una muerte dolorosa, pero lo mismo podría decirse del caso de Jon Anza.

Sin embargo, el 23 de setiembre de 2000, sin mediar atentado alguno, Basta Ya organizó una manifestación en Donostia, en la que también participó Rodolfo Ares, con el lema «Por la vida y la libertad. Defendamos lo que nos une: Estatuto y Constitución». Volviendo de nuevo al relato de agencia nos encontramos con que «en un momento de la marcha, los manifestantes pasaron ante la sede central del PNV de San Sebastián, donde gritaron "Arzalluz apunta, ETA dispara"».

Ares también tomó parte en la manifestación del 2 de marzo de 2002 en Portugalete, en el que al paso junto a la Herriko Taberna arreciaron los gritos de «asesinos, asesinos, asesinos».

Existe por tanto constancia fehaciente de que a Rodolfo Ares no le molesta tanto que en una manifestación se llame «asesino», «terrorista» o «genocida» a alguien sin poder probarlo judicialmente, como que el afectado por los adjetivos sea amigo suyo.

En todo caso, Ares es hombre de ánimos cambiantes. El pasado 20 de mayo, aseguró que la versión de ETA sobre la desaparición de Jon Anza era «radicalmente falsa». Ahora que la fiscal ha dicho que la única descartada es la que ofreció Rubalcaba sentado a su lado, dice que hacen falta pruebas.

 

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