El cine europeo también anda a la busqueda de libros infantiles que llevar a la pantalla, en vista de las buenas recaudaciones que genera este género. El debutante Nicolas Bary adapta un cuento de Henry Winterfield, titulado originalmente en alemán «Timpetill. Die stadt ohne eltern». Y lo hace con una estética que mezcla el diseño artístico de la saga «Harry Potter» con el toque visual que suele dar Tim Burton a sus películas para niños. Pero en el fondo «Los niños de Timpelbach» es una película de aventuras que, dentro del cine francés, evoca clásicos como «La guerra de los botones», dirigido en 1962 por Yves Robert.

Aquí también los niños se dividen en dos bandos y juegan a guerras, reproduciendo a su manera lo que han visto en el mundo adulto, del que aprenden los comportamientos violentos. Lo que cambia es la razón por la cual los pequeños llegan a enfrentarse entre sí. Sucede que la chavalería del imaginario Timpelbach, lugar que vive en un tiempo inconcreto, hace tantas travesuras que llega a desesperar a sus padres. Al no poder controlar a sus hijos y sus continuas gamberradas, los mayores deciden emprender una huida temporal. Los críos se quedan solos y piensan que el pueblo se ha convertido en un paraíso para sus juegos, pero no tardan en empezar los problemas y pronto se comprueba que no saben salir adelante por sí mismos.