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Maite Ubiria Kazetaria

De dobles versiones y verdades heladoras

Un policía francés, Jean-Serge Nérin, muerto en un tiroteo con presuntos miembros de ETA. Una verdad heladora. Y tras el impacto, dos versiones, una alimentada por medios españoles, que adaptan lo sucedido, un enfrentamiento no elegido de antemano pero cuyas consecuencias dramáticas nadie tiene derecho a minimizar, a la interpretación política. Y surge la tesis del cambio de estrategia, del salto cualitativo.

La otra versión, la reflejada por los medios franceses, destila componentes internos. La solidaridad con el fallecido se solapa con el malestar de los policías galos que, a cada muerte en acto de servicio, y ésta es una más, reclaman más seguridad.

Las dos versiones discurren paralelas, entre quejas de los opinadores hispanos, que no entienden que Francia no se desgarre en marchas con manos blancas y gritos de venganza.

Sólo Sarkozy es capaz de interpretar la melodía según quiere escucharla Madrid. Coreando en víspera de elecciones sus proclamas por la cadena perpetua, al más puro estilo lepenista.

Quién sabe si es él mismo quien ha azuzado a Hortefeux para que presente resultados inmediatos. Antes de que abran hoy la urnas, a ser posible.

La cosa es que, emulando la «destreza» en el uso de Facebook que han demostrado los uniformados y, a su lado, la agencia oficial del sur de los Pirineos, los policías franceses han lanzado al estrellato, vídeo incluido, a unos bomberos catalanes.

Papelón para los que aplauden al huésped del Elíseo como a «la roja», ajenos a la realidad de que, cuanto más le vitorean fuera de casa, más derrotas encaja Sarkozy en su campo. Lo veremos hoy al cierre de urnas.

Otra verdad heladora. La muerte de Jon Anza. Y una tesis inverosímil. La historia de la cadena de errores hace aguas por todos los lados y una fiscal que se ha aferrado al caso durante once meses necesita sólo una semana para comprender que es hora de irse. Falta saber si en su huida ha dejado guardada bajo el colchón algún arma. Quizás con el silenciador puesto.

Y en un escenario con demasiadas reminiscencias de pasado, se eleva poderosa la voz de los sectores que empujan el cambio en Euskal Herria, para decir que este país no va a aceptar que, ya sea alegando causas fortuitas o razones de estado, se entierre la esperanza.

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