Después de una larga enfermedad, el jueves por la noche falleció el ex delegado del Gobierno español en Gasteiz, Enrique Villar Montero, a los 71 años en Logroño, su ciudad natal. Hace ya seis años que dejó de ser el delegado español en Gasteiz, pero aún se recuerdanlos ecos de algunas de las trifulcas verbales que protagonizó, incluso en el Parlamento al que acudía como espectador pero en el que muchas veces acababa como protagonista.

A Villar hay que reconocerle que no se mordía la lengua, como cuando expuso aquella curiosa teoría que vinculaba a los jóvenes que tenían nombres en euskara con la kale borroka; o como cuando telefoneaba a programas de radio y televisión haciéndose pasar por un ciudadano anónimo, hasta que fue descubierto por María Teresa Campos. Y tampoco ahorraba en gestos, como cuando desde la tribuna del Parlamento le dejó claro a Ibarretxe, moviendo su dedo a un lado y a otro, que su proyecto de Estatuto no sería aceptado en Madrid. También llegó a calificar de «asesinos» al PNV y EA por pactar con Euskal Herritarrok y anunció que no le temblaría la mano para impedir un referéndum como el planteado por Ibarretxe.

Su etapa al frente de la Delegación española en Gasteiz durante ocho largos años, toda la era de Aznar, se caracterizó por los continuos desencuentros con Lakua, llevados hasta los tribunales. Ayer, tras conocerse su muerte, el PP alabó su figura con adjetivos bien representativos: «Era todo corazón», expuso el también ex delegado español Carlos Urquijo.