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Reformas legales contra la izquierda abertzale

Alfredo Pérez Rubalcaba llega tarde y mal a ponerse la medalla

Iñaki IRIONDO

En las peores condiciones, cuando ha recibido los golpes más fuertes, la izquierda abertzale ha respondido al Gobierno español con la máxima de «a más represión, más iniciativa política» y así ha ido trazando su propio camino hasta hoy mismo. Alfredo Pérez Rubalcaba ha hecho su propia lectura de esto y ha optado por uno de los juegos de frases que tan de su gusto son. Su lema ahora es «a más iniciativa política, más represión». Y se queda tan ancho.

Ningún observador objetivo -y más aún si proviene de una cultura democrática asentada- puede entender que cuando la izquierda abertzale acaba de hacer una apuesta política de calado y ha decidido que toda su estrategia ha de basarse en las vías democráticas y políticas y que todas sus formas de actuación deben ir encaminadas a la activación popular y la acumulación de fuerzas, la única respuesta que se le ocurra al Gobierno español sea endurecer las condiciones en las que ese sector político podría acceder a la labor institucional.

Esta nueva vuelta de tuerca es continuación de la redada del 13 de octubre pasado, cuando con la detención de Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Miren Zabaleta, Sonia Jacinto y Arkaitz Rodríguez el Gobierno Zapatero intentó abortar el debate en la izquierda abertzale. Buscaba que el independentismo no pudiera dar el salto estratégico que amenaza el statu quo que quiere mantener Madrid. Aquello le salió mal y esto no parece que le vaya a ir mejor.

Rubalcaba pretende sabotear la vida interna de la izquierda abertzale para hacerla desistir del camino decidido por la mayoría y poder seguir así en una situación que le es cómoda al Estado. Y, a la postre, si no lo consigue, aspira al menos a ponerse la medalla de ser quien logró lo que no será más que una consecuencia lógica de la decisión unilateral del independentismo.

Esta vez, el hombre con fama de astuto Maquiavelo llega tarde y mal. Tarde porque la izquierda abertzale, a quien se dedica expresamente esta reforma legislativa, ya ha soltado amarras y ha partido a cubrir su ruta con el mapa trazado por sus bases. Por lo tanto, las amenazas ministeriales no van a hacerle cambiar de rumbo. Es más, si llega a buen puerto como espera, todo este endurecimiento legal resultará inútil para disgusto del ministro de la porra y los suyos.

Pero Rubalcaba también llega mal. Porque la secuencia de los acontecimientos de los últimos días que llevan hasta el anuncio de esta vuelta de tuerca hacen ver que es el Partido Popular, y en concreto su sector más ultra encabezado por Jaime Mayor Oreja, quien dicta la estrategia contra la izquierda abertzale que, como un manso y acomplejado corderito, acaba siguiendo luego el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

La de tiempo, papel, energía y dinero que van a gastar para nada.

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