El presidente de EEUU, Barack Obama, desafió ayer a los republicanos a hacer campaña para acabar con la reforma de la asistencia sanitaria que acaba de aprobar el Congreso en Wa-shington, a siete meses de las cruciales elecciones legislativas de la mitad de mandato.

Enumerando los beneficios de los cambios que tienen como objetivo extender la cobertura de enfermedad a 32 millones de estadounidenses que ahora carecen de ella, Obama remarcó que «es una reforma que siempre provoca polémica entre algunos tipos de Washington», en referencia a los parlamentarios republicanos que se oponen a ella en bloque.

«Y ahora que la hemos adoptado, han prometido que la derogarán», dijo delante de unas 3.000 personas reunidas en una gran sala de la Universidad de Iowa, donde durante su carrera por lograr la nominación demócrata habló por primera vez de la reforma sanitaria, en mayo de 2007.

«Van a llevar a cabo una verdadera campaña por la derogación hasta noviembre», cuando la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado se renovarán en las urnas, destacó Obama.

Los republicanos subrayan que la reforma ha sido adoptada frente a la opinión mayoritaria de la población. Según un sondeo publicado el jueves por la Universidad Quinnipiac, el 49% de los estadounidenses consultados desaprueban la reforma, frente al 40% de quienes están a favor. Obama considera que la complejidad y la duración del debate sobre la asistencia sanitaria provocado este rechazo.

«Les digo claramente que si se quieren batir, que se batan. Porque no creo que los estadounidenses vayan a dejar que las aseguradoras vuelvan a tomar el control», destacó Obama, recuperando su discurso de campaña.

Protestas de la oposición

En el campus, en el exterior del edificio en el que hablaba Obama, se concentraron manifestantes que mostraban pancartas con lemas como «Que Dios perdone a Obama» o «Presidente Obama igual a dictador». «Nuestro Gobierno tiene unas competencias limitadas», afirmaba uno de quienes se oponía a la reforma sanitaria, Don Blackford, de 49 años, que decía que quería «una democracia, no una dictadura».

Obama, que no quiere que los republicanos ganen terreno de cara a las elecciones, en las que esperan acortar la ventaja que tienen los demócratas en el Congreso, rechazó los excesos verbales de sus oponentes.

«Nada más encender la televisión, se ve a los mismos tipos que afirman que va a llegar el fin del mundo si el proyecto de ley entre en vigor. No exagero. Los líderes republicanos califican el texto de Armageddon. El fin del mundo tal y como lo conocemos», dijo el presidente. «Entonces, tras promulgar la ley, miré alrededor para ver si los meteoritos estaban a punto de caer o la tierra iba a empezar a abrirse», añadió, provocando la risa de los asistentes.

«Pero fue un gran día. Los pájaros cantaban, la gente paseaba por las calles de Washington y todos podían ir siempre al médico», prosiguió Obama, que destacó que «todos los cínicos que han dicho todo esto no son capaces de ver cuál es la realidad de esta reforma».

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