El ex primer ministro iraquí Iyad Allawi (laico) ha sido finalmente el vencedor de las elecciones legislativas iraquíes del pasado 7 de marzo, con una mínima diferencia de sólo dos escaños sobre el actual primer ministro, Nuri al-Maliki, según los datos finales, aunque todavía provisionales, dados a conocer ayer por la Comisión Electoral, lo que augura duras negociaciones para formar Gobierno.

La lista Al-Iraqiya se convirtió en la alianza política con mayor número de escaños, 91 de los 325, en el nuevo Parlamento. En segundo lugar quedó la Alianza del Estado de Derecho, con 89 diputados. Tras ellas, con 70 representantes, la Alianza Nacional Iraquí, que integra a partidos religiosos chiíes, entre los que se incluye el movimiento de Al-Sadr, y con 43 escaños, Kurdistania, la actual coalición kurda que gobierna en Kurdistán Sur. La Cámara se completará con representantes de otros partidos menores.

Ya se conocen los resultados, pero aún esta en el aire la designación del ganador oficial, ya que los votos de los residentes en el extranjero, la mitad de los cuales no han sido contados todavía, pueden inclinar definitivamente la balanza de uno u otro lado. Aunque todo parece indicar que los votos de los expatriados, la mayoría sunníes que huyeron del país tras la caída de Saddam Hussein en 2003, serán para Allawi.

Los electores en las zonas chiíes del sur optaron por la la continuidad de Al-Maliki, que asegura haber restaurado la seguridad en Irak, cuyas riendas tomó cuando la violencia interconfesional estaba en su punto más álgido. Pero las áreas sunníes le dieron la espalda y votaron por Allawi.

Al-Maliki no reconoce

La lentitud en el escrutinio ha generado muchas denuncias de fraude y manipulación por parte de la mayoría de las listas contendientes.

Ayer mismo, Al-Maliki se negó a reconocer su derrota mientras los resultados no sean definitivos y anunció que, en cualquier caso, su formación política los impugnará ante la Corte Suprema, «porque tiene documentos irrefutables respecto a la manipulación. «Los resultados no son definitivos y suscitan dudas», afirmó.

El pasado domingo, cuando se acercaba el final del escrutinio y los datos avanzaban la victoria de Allawi, Al-Maliki pidió que se realizara un recuento manual global de votos a causa de las irregularidades denunciadas. Sin embargo, la Comisión Electoral rechazó esa posibilidad y dijo que sólo se realizaría en algún distrito electoral concreto cuando existan denuncias de irregularidades que lo justifiquen, una decisión que Al-Maliki consideró «inaceptable e incomprensible».

Si la Alianza del Estado de Derecho se niega a reconocer los resultados, el Irak ocupado podría sumirse en una grave crisis política y prolongar un vacío político propicio a la violencia.

La ONU y EEUU, que acogieron con beneplácito los datos, indicaron que no había evidencias de fraude masivo irregularidades graves, e instaron a las partes a aceptar el resultado.

Mientras, en el país árabe se ha instalado un clima de tensión, con sucesivas manifestaciones de los partidarios del actual primer ministro para denunciar fraude electoral y reclamar un recuento manual, incluso con amenazas veladas sobre futuras acciones.

Ardua negociación

Una cosa es segura: el nuevo Ejecutivo no se conocerá hasta dentro de semanas o, incluso, meses, ya que la lista ganadora no cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento para formar Gobierno en solitario y las negociaciones con otras formaciones para gobernar en coalición se presentan difíciles.

Iyad Allawi se mostró ayer dispuesto a formar alianzas sin exclusiones. «Trabajaré con todas las fuerzas, sin fijar límites, para formar un nuevo Gobierno», anunció.

A pesar de haber quedado en segundo lugar, su rival Al-Maliki señaló que los dirigentes de su alianza política ya han comenzado los contactos políticos para buscar el apoyo de otros grupos de cara a formar Gobierno. «Trabajaremos para formar el bloque (político) más grande en el próximo Parlamento», dijo.

La alianza más viable, según analistas políticos y fuentes diplomáticas, puede ser la que formen Al-Maliki y la alianza chií, la ANI, lo que les permitiría asegurar 161 escaños. Uno de los pilares de la alianza chií, el Consejo Supremo Islámico de Irak, fue aliado político de Al Maliki, pero en esa coalición también está un antiguo enemigo del primer ministro, el clérigo radical chií Muqtada al-Sadr.

Ni siquiera con el respaldo de la coalición gobernante en Kurdistán Sur Allawi podría gobernar, por lo que tendrá que ampliar su apoyo con grupos menores y, posiblemente, rompiendo las filas de la alianza chií.