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Juanjo Basterra Periodista

Si la precariedad es el problema, terminen con ella

La precariedad está en el epicentro de casi todos los males que sufre la sociedad, empezando por el mercado laboral. Creo que, salvo los empresarios, que de esto no quieren saber nada porque se benefician de forma directa, todos los demás coinciden en este diagnóstico. Sin embargo, las soluciones que se proponen no son las mismas, pero tampoco lo son las respuestas.

En el mundo del trabajo, la precariedad genera diferentes escalas salariales entre los trabajadores. Provoca que estén limitados sus derechos, sobre todo de protesta, y activa una inseguridad sobre el futuro, lo que supone una limitación a sus derechos. Tener un contrato precario significa tener un billete hacia las oficinas del paro y la exclusión a toque de silbato. También en materia de seguridad y salud en el trabajo, es fuente de mayor riesgo y accidentabilidad. Ir al curro a trabajar es, en demasiadas ocasiones, fuente de enfermedad, de pérdida de salud y, en muchas ocasiones, de pérdida de la vida. Es decir, la precariedad laboral concentra todos los males del mercado laboral. Sin embargo, parece que cuesta mucho poner soluciones reales y directas para que no tenga ese protagonismo.

Hace unos días escuché a Cándido Méndez, secretario general de UGT, en unas jornadas contra el acoso laboral en las que reconoció que la precariedad laboral permite que se produzca esa agresión moral al trabajador o trabajadora, y recordó, como otros sindicalistas lo han hecho estos días atrás, que la crisis incrementa ese problema sicosocial. La terca realidad nos demuestra que, pese a coincidir más o menos en un diagnóstico casi similar, la aplicación de las soluciones es nula o negativa.

Entonces, ¿cómo se explican en este caso las palabras del líder de UGT? Sólo desde la realidad de que está hablando para los trabajadores, porque después todos sabemos que, junto a CCOO, han validado una tras otra reformas laborales que nos ha llevado a esta difícil situación del empleo. Han firmado con gobiernos de distinto color, pero siempre con los empresarios. Unos y otros han hecho que la barrera del mercado laboral sea tan fina y cristalina que, cuando quieren, se rompe. Hay que darle la vuelta cuanto antes.

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