Raimundo Fitero
La clave
Es que se notaba mucho. Por fin la policía española, con sus diferentes uniformes y colores, nos ha despejado una de las grandes dudas existentes en el mundo cerrado de la televisión vasca. Se notaba desde hace unos meses, quizás años, un marcado estilo abertzale en los públicos de plató. Era casi una especie de rebelión porque cuando el regidor levantaba la cartulina de aplausos, aplaudían sin esfuerzos, o cuando tocaba risas, no se escuchaban carcajadas solemnes, sino risitas, sin ganas, en una especie de boicot. Es más, la propia estética de los que habitaban las gradas iba definiendo un campo semántico propio de un estado pre-revolucionario. Ésa es la clave.
No quisiera dar nombres de programas, no sea que les acusen de colaboración, pero como ya está descabalgado de la parrilla, y probablemente sea a causa de eso, en aquellas decoraciones humanas de «Pásalo» se veía el germen del independentismo manifestado de manera inequívoca y contundente. En los del canal en euskara, la cosa tomaba dimensiones de panfleto constante, una plataforma propagandística, la contribución del ente a los malos. Así que de una declaración de un joven vasco en una comisaría, aseguran los «especialistas» que Segi se financiaba participando sus miembros como público decorativo en los programas de televisión.
Lo que se sobreentiende es que eso sucedía antes, cuando había tantas complicidades en el ente y que ahora, con los chicos de Surio, eso se acabó. Se está ahogando económicamente a la juventud independentista vasca negándoles esa participación televisiva. Asunto que quisiéramos tomarnos a broma, pero no sería de extrañar que se aplicara la censura hasta para esto tan aparentemente insignificante. No dan cobertura informativa a una parte de los movimientos sociales y políticos existentes en Euskadi formados por ciudadanos que pagan sus impuestos para que sus censores vivan bien, está vetada la participación a cualquiera que pertenezca remotamente al independentismo y ahora buscando la invisibilidad total, la muerte mediática: según qué piensas y votas, quedas excluido de participar de público. Siguen dando lecciones de democracia.