CRÓNICA Recargo de prestaciones por amianto
«Mi hermano tiene cáncer y yo tengo miedo; trabajé en Kaefer»
La falta de medidas de seguridad frente al amianto, mineral cancerígeno, se repitió ayer en la demanda por recargo de prestaciones que Eusebio Pabola interpuso contra la empresa Kaefer por el mesotelioma pleural con el que convive después de que se le detectaran placas hace años.
Juanjo BASTERRA
Patxi Kortazar, portavoz de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie), recordó a la puertas de los juzgados de Bilbo que «la solidaridad con los afectados del amianto estará siempre encendida» y afirmó que este año han fallecido tres trabajadores por cánceres derivados de haber trabajado con ese mineral sin las medidas preventivas de seguridad. El año pasado fallecieron 15 trabajadores más. Kortazar recordó que llegan decenas de personas a la asociación preocupadas por haber estado en contacto con el mineral cancerígeno. Recordó que la lucha de esta asociación, como otras a nivel del Estado español, a nivel europeo y mundial, no cesará hasta que dejemos de tener que demandar para que se nos reconozca que la imprudencia de los empresarios nos ha llevado a una pérdida de calidad de vida y a la muerte después de estar años y años trabajando».
Eusebio Pabola demandó a Kaefer Aislamientos, de Arrigorriaga, a un recargo de las prestaciones en un 50% porque durante su vida laboral, desde 1971, no informó, ni formó, ni le aportó las medidas de protección y preventivas frente al cancerígeno. Pabola, un luchador incansable contra el amianto, acudió en un vehículo, porque tiene ya dificultades para caminar. En la vista, la defensa de Pabola llamó a un ex compañero suyo en la empresa de Arrigorriaga, Félix Muñoz. Recordó con precisión que, junto al demandante, tuvieron en sus puestos de mantenimiento un contacto directo con el amianto y, a la vez, recordó que sólo a partir de los años noventa les dieron algunas «mascarillas de papel» para hacer frente al amianto que pasaba por la empresa. Nada que ver con una protección adecuada y sensible al peligro de ese mineral cancerígeno en una empresa que estaba dada de alta en el Registro de Empresas con Riesgo de Amianto (RERA). Tampoco les hicieron reconocimientos médicos adecuados a ese nivel de riesgo, porque «descargábamos de los camiones todo menos chicle». Sin embargo, este testigo estremeció a la sala cuando confesó que «mi hermano tiene cáncer. Yo tengo miedo», dijo. Ambos trabajaron en Kaefer.
Un testigo de la defensa de la empresa, que ocupó puestos de encargado de compras, expresó que desde 1982 no se compró amianto, aunque posteriormente, como se reconoce en los informes de Osalan, se ha manipulado ese mineral e, incluso, se ha suministrado.
Ese mismo trabajador reconoció que las herramientas que se utilizaban en el trabajo de montaje y desmontaje de los sistemas de aislamientos que contenían amianto se limpiaban por parte de los trabajadores, sin protección adecuada.
Una médica de empresa explicó la evolución de la enfermedad debido al efecto maligno del amianto. Porque Eusebio Pabola comenzó a tener patologías respiratorias en 1989. En 2000, se vio afectado por placas pleurales, que le conllevaron a una asbestosis para después terminar en un mesotelioma pleural, que padece en este momento. Hasta 2006 no le reconocieron la enfermedad profesional. Ayer se mostró firme y rotundo para exigir que los empresarios paguen por ese mal que han generado a millones de trabajadores en todo el mundo, que enferman o mueren.