La canciller alemana, Angela Merkel, llegó ayer a Ankara para iniciar una visita que se prevé difícil, debido a los profundos desacuerdos existentes entre ambos gobiernos relativos principalmente a la adhesión turca a la Unión Europea (UE) y la cuestión iraní.

En su primera visita a este país desde 2006, Merkel tenía previsto reunirse con el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, el presidente, Abdullah Gül. y el ministro de Asuntos Europeos, Egemen Bagis.

Este último afirmó el pasado sábado que la «asociación privilegiada» entre la UE y Turquía, sugerida por Alemania, «no existe, no tiene base jurídica», lo que terminó de caldear el ambiente de cara a la visita alemana de dos días a Ankara y Estambul.

Merkel reiteró la semana pasada ante los medios de comunicación turcos y alemanes que se sigue oponiendo a la plena adhesión de Turquía a la UE, y que prefiere diseñar una «asociación privilegiada».

Alemania, al igual que el Estado francés, temen la llegada al club de los veintisiete de un país de 71 millones, la mayoría de ellos musulmanes.

Ankara tiene aún abiertos 12 de los 35 «capítulos» en los que se divide el proceso negociador para la adhesión, pero las conversaciones están estancadas debido principalmente a la falta de reconocimiento de la República de Chipre -miembro de la UE- por parte de Ankara.

Irán

Otro de los puntos de desacuerdo entre ambos países es Irán, que limita con Turquía, con el que Ankara ha mejorado su relación de forma considerable en los últimos años.

En una entrevista publicada ayer en la revista alemana «Der Spiegel», el primer ministro Erdogan rechazó la idea de nuevas sanciones contra Teherán, a quien Occidente acusa de tener un plan para desarrollar armas nucleares.

«En primer lugar debemos tratar de encontrar una solución diplomática», afirmó Erdogan y alertó de que «todo lo demás es una amenaza para la paz mundial».

Por su parte, Merkel reiteró el sábado la posición alemana: «si Irán no prueba su transparencia en la materia nuclear, nosotros también deberíamos considerar las sanciones», declaró.

Su visita a Turquía será «difícl, e incluso es posible que ciertas declaraciones ensombrezcan las relaciones bilaterales», apuntó el pasado viernes el columnista Semih Idiz, del diario «Milliyet» en declaraciones a la agencia France Presse.

Otro punto de desencuentro entre ambos Ejecutivos es la integración de los 2,5 millones de turcos y kurdos que viven actualmente en Alemania.

Erdogan prendió la chispa de la polémica en 2008 al negar la asimilación de los turcos y reiterar su deseo de crear colegios turcos en Alemania.

«En Turquía tenemos escuelas alemanas, ¿por qué no puede haber centros turcos el Alemania?», cuestionaba la semana pasada en una entrevista al diario «Dei Zeit». Merkel respondió que «no creo que tenga nada de bueno la idea de que todos los estudiantes turcos en Alemania deban ir a una escuela turca».

En Ankara y Estambul, la canciller y sus anfitriones abordarán también otro aspecto importante, sus relaciones económicas. En 2008, el volumen comercial bilateral ascendió a casi 25 millones de euros y más de 4.000 empresas alemanas trabajan en Turquía.