Multitud de socorristas intentaban rescatar ayer a las 153 personas que quedaron atrapadas el domingo al inundarse una mina de carbón en el norte de China, donde las condiciones de seguridad de tal actividad provocan frecuentes catástrofes.

El presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, ordenaron a las autoridades locales hacer todo lo posible para socorrer a los operarios de la mina de Wangjialing, que debía comenzar a funcionar en octubre, según recogió la prensa local.

Los equipos de rescate transportaron tubos y bombas al lugar del accidente para empezar a extraer el agua que inundó la mina, ubicada en la provincia de Shanxi, principal región carbonífera del país.

Las autoridades afirmaron que, en el momento del suceso, 261 operarios trabajaban en los pozos, y 108 de ellos lograron regresar ilesos a la superficie.

Los accidentes de este tipo son habituales en el país, donde los estándares de seguridad son frecuentemente ignorados. Actualmente, unos siete mineros mueren cada día, aunque las autoridades cifran el descenso en un 18% en 2009.