Tres jornadas después, el Athletic se reencontró con la victoria, lo que le sitúa empatado con el Sevilla y a sólo dos puntos de la cuarta plaza. Lo consiguió en una noche intensa, emocionante y de recuperaciones.

Porque San Mamés recuperó sensaciones. La alegría de celebrar un triunfo, que no disfrutaba desde que los rojiblancos se impusieran al Valladolid hace tres semanas. Y también la de sufrir porque el Racing no se dio por vencido ni con el 4-2 e impidió que San Mamés respirase hasta el pitido final.

Lo consiguió porque el equipo también recuperó algo que había echado mucho de menos en los últimos encuentros, la eficacia. Aprovechó prácticamente lo que fueron sus dos primeras ocasiones para colocarse con dos goles de ventaja y, tras muchos minutos de angustia, volvió a tirar de puntería para finiquitar el encuentro. Que no fue redondo, ni mucho menos, pero dejó un sabor de boca infinitamente mejor que los partidos anteriores. Sobre todo por la trascendencia del choque, que ofrecía mucho que ganar, pero también mucho que perder. La victoria hace que los bilbainos aventajen en tres puntos a Deportivo y en cinco a Getafe y Villarreal, que venían apretando, lo que les concede cierto colchoncillo ante su visita al Camp Nou. Una derrota habría transformado por completo el panorama, con los perseguidores pegados a los talones en una jornada en la que todo lo que sea sumar rozará el milagro. Sobre todo si el equipo se aplica en defensa como anoche.

Y eso que el partido empezó bien. El Racing, que ha sumado el doble de puntos como visitante que en su campo, saltó con ganas. Pero el Athletic lo hizo con el punto de mira calibradísimo. Antes del cuarto de hora, Gabilondo lanzaba un córner y Llorente anotaba el 1-0 con un potentísimo cabezazo. Y cuatro minutos después, el propio Llorente se inventaba una oportunidad para que Toquero aumentase la renta.

Al Racing le tocó sufrir un auténtico vendaval durante los minutos posteriores, con el rival crecido y la afición encendida. Mal hicieron los rojiblancos en no aprovechar su momento y los nervios del equipo santanderino, porque la tortilla acabó dando la vuelta. La chispa empezó a apagarse y el Racing lo aprovechó para estirarse. Con cierta efectividad también, lo que le permitió recortar distancias por medio de Tchité, al que estuvo a punto de imitar Canales al filo del descanso.

El partido fue cogiendo peor pinta en la reanudación, en la que la posibilidad del empate empezó a cobrar fuerza. Mediada la segunda parte, un par de arrancadas y sus consiguientes córners animó a una parroquia que sufría, y mucho, y el equipo cerró el círculo recuperando intensidad. Seguía sin llegar con claridad. Como su rival no la perdió, el encuentro se convirtió en un correcalles, en el que los bilbainos volvieron a golpear primero.

De penalti, por un agarrón de Christian a Llorente, que el pitxitxi rojiblanco transformó -segundo consecutivo, acabando, habrá que confiar que definitivamente, con el mal fario- en el 3-1. Que no fue suficiente para sentenciar el choque porque, cuatro minutos después, el Racing volvía a meter picante con una chilena de Bolado.

Por si a alguien no le habían subido suficientemente las pulsaciones, y pese a que restaban menos de diez minutos para el final, la historia se repitió. Susaeta anotó lo que parecía la sentencia, batiendo a Coltorti de disparo cruzado y la celebración de San Mamés se vio interrumpida -sólo momentáneamente, por fortuna- con otro gol de Bolado en el descuento.