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Islandia, del paraíso del crecimiento a las colas en busca de alimentos

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Marc PREEL | AFP-REUTERS

Tengo vergüenza, no les digo de dónde viene lo que comemos», dice Iris Aegisdottir que, desde hace más de un año, poco después de que estallara la crisis financiera que llevó Islandia a la bancarrota, oculta a sus hijos que cada semana forma fila delante de un centro de ayuda social para poder alimentarlos.

La crisis del otoño de 2008 que llevó a esta isla de unos 320.000 habitantes a la bancarrota sumergió cruelmente en la pobreza a miles de familias otrora prósperas, que hoy se ven obligadas, como la de Iris, a vivir de la caridad, gracias a asociaciones benéficas de distribución de alimentos.

Cada semana, en su pequeño depósito de Reikjavik, la Ayuda Islandesa a las Familias distribuye víveres necesarios para las 550 familias inscritas, una cantidad tres veces mayor desde que comenzó la crisis. La asociación distribuye leche, pan, huevos y latas de conserva, entre otros alimentos.

Rutur Jonsson, un jubilado de 65 años, se activa, como voluntario, en la distribución de alimentos básicos obtenidos con donaciones de empresas y de particulares.

Hace apenas dos años los islandeses vivían en la opulencia, pero después de la crisis los signos visibles de pobreza se multiplican en esta isla del Atlántico Norte. La clase media fue duramente afectada por el aumento del desempleo, que pasó bruscamente del 1% al 9% en sólo un año, y por el costo de los créditos. «Las 550 familias que ayudamos cada semana representan a unas 2.700 personas. La cifra sigue aumentando y pensamos que seguirá aumentando al menos hasta el próximo año», explica Asgerdur Jona Flosadottir, responsable del centro.

Para Iris, una madre de 41 años que accede a las ayudas, la caída social fue extremadamente rápida, debido, sobre todo, al rembolso de los préstamos que sacó en moneda extranjera para comprar dos coches encarecidos por la devaluación de la corona. Después de perder su empleo en una farmacia, Iris fue amenazada de expulsión de su hogar en noviembre, pero logró negociar un año de gracia con su banco.

«Me siento muy mal y estoy muy inquieta. Pensé partir al extranjero, pero me quedo porque tengo amigos que aceptaron ser garantes ante el banco», explica antes de subir al automóvil de un amigo que la llevará a su casa en Vogar, a unos 40 km de la capital islandesa.

La otra consecuencia de la crisis, poco habitual en la época en que Islandia figuraba entre las naciones más ricas del mundo, es la xenofobia. Flosadottir indicó que en el centro de ayuda tuvieron que renunciar a dar alimentos a los extranjeros, en su mayoría polacos. «Los islandeses comenzaron a ser agresivos y preguntar por qué tienen derecho a los alimentos, `son extranjeros' decían», explica la responsable.

Islandia se vio gravemente afectada en octubre de 2008 por la crisis económica, que provocó la bancarrota de sus tres principales bancos.

Antes del estallido de la crisis en aquel otoño, Isalndia era un «paraíso» a tenor de organismos internacionales como Naciones Unidas, que había designado Islandia como el mejor país del mundo para vivir. El que parecía imparable progreso económico y la gran cobertura del sistema de atención social eran las dos grandes columnas sobre las que se asentaba el atractivo islandés.

Con la esperanza puesta en el FMI

La situación por la que atraviesa la isla es de tal gravedad que, según la agencia Reuters, el ministro de Economía islandés tiene la esperanza de que la revisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda completarse en semanas, entregando potencialmente ayuda vital para la nación, golpeada fuertemente por la crisis.

Gylfi Magnusson y el ministro de Finanzas, Steingrimur Sigfusson, se reunieron recientemente con el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, en Washington, para discutir las demoras en el programa de ayuda como resultado de una disputa por las deudas del islandés Icesave con Reino Unido y Holanda.

«Hemos tenido fructíferas discusiones con representantes del Fondo acerca de signos positivos de progreso económico en Islandia y modos en los que podemos asegurar que la próxima revisión del Fondo del desempeño bajo el programa económico ya no se demore más», dijo Magnusson en una declaración.

El FMI acordó créditos por más de 2.000 millones de dólares para Islandia después de que los principales bancos de la nación isleña del Atlántico Norte se hundieran en 2008, llevando a un colapso en la moneda y a una profunda recesión.

Los pagos iniciales se hicieron bajo el esquema del FMI, pero el estancamiento relacionado con los términos bajo los que Islandia debe devolver cerca de 5.000 millones de dólares a Reino Unido y Holanda por compensación a los ahorradores en el exterior que perdieron dinero en cuentas islandesas ha postergado la ayuda adicional.

Islandia necesita la asistencia para empezar a levantar los controles de capitales, recuperar el acceso a los mercados internacionales y regresar a su economía a la normalidad.

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