CRíTICA jazz
Exquisita fragilidad
Javier ASPIAZU
Al frente de su Quartet West, el legendario contrabajista Charlie Haden (más de medio siglo, de sus 73 años, en primera línea de la historia del jazz) se presentaba en el escenario del remozado Teatro Campos con paso vacilante y visibles muestras de cansancio. Como el propio músico comentó al inicio del concierto, llegaban de una gira por Andalucía (Sevilla, Málaga, Granada) que continuaría de inmediato en otros puntos de la geografía peninsular. Una agenda tan apretada la de esta figura internacional que ha condicionado claramente sus últimas presencias en Euskal Herria. Si el pasado verano contemplamos la mejor versión del contrabajista, que sumó una actuación estimable y otra excelente en su doble presencia en el Festival de Jazz de Gasteiz, en el bilbaíno Campos volvimos a escuchar al mismo músico que hace tres años en el festival de Getxo nos dejara ya una alarmante impresión de deterioro físico. A lo largo de la hora y veinte minutos del concierto, Haden sólo se atrevió con tres breves solos. Y de ellos, únicamente el último tuvo la duración y entidad suficiente, en su exquisita fragilidad, para recordarnos al celebrado contrabajista reconocido por su sobrio sonido y la coherencia espléndida de su discurso.
Sin embargo, el Quartet West (que, con más de dos décadas de existencia, es el grupo más estable de los muchos que Haden ha animado) tiene mimbres más que suficientes para brillar por sí mismo. Este distinguido cuarteto combinó de forma soberbia tradición y modernidad, sonido clásico y vanguardista, en una sabia combinación, cuyo secreto se encuentra probablemente en la poderosa versatilidad de Ernie Watts al saxo tenor, el refinado virtuosismo de Alan Broadbent al piano y la incorporación cada cierto tiempo de sabia nueva: léase Rodney Green, espléndido baterista que se desveló a lo largo del concierto como un perfecto creador de polirritmos; y, por supuesto, en la acertada dirección de Haden, uno de los contrabajistas más creativos y comprometidos (a nivel social y artístico) que ha dado el jazz. Y eso, aunque sus contribuciones como instrumentista sean cada vez más discretas….