Seis atentados con bomba mataron ayer al menos a 35 personas en Bagdad, en una segunda ola de ataques en tres días que despierta los temores de un resurgimiento de la insurgencia, en un marco de bloqueo político postelectoral en Irak.

Las explosiones destruyeron siete edificios de viviendas en barrios populares chiíes, indicó el mayor Qasim Ata, portavoz en cuestiones de seguridad en la capital. Según el Ministerio de Interior, 35 personas murieron y 140 resultaron heridas, aunque el balance puede aumentar, pues a media tarde había aún personas bajo los escombros.

Estos atentados se produjeron dos días después de una ola de ataques contra las embajadas de Irán, de países árabes y de países europeos en Bagdad, que el domingo dejaron al menos 30 muertos y más de 200 heridos.

Esta vez, el objetivo fueron edificios habitados por civiles iraquíes en los barrios de Alawi, Shula, Shkuk y Shurta al-Rabia, todos ellos con población mayoritariamente chií. En Alawi, un edificio de dos pisos se derrumbó sobre sus inquilinos y los clientes del café y de las tiendas ubicadas en la planta baja.

Vecinos y bomberos excavaban con sus manos entre las ruinas, para tratar de extraer a las personas atrapadas, en medio de la desesperación de los familiares. Un joven que participaba en los rescates identificó el cuerpo de su vecino y tuvo que dar parte del deceso a la esposa de la víctima. «Logré sacarlo de debajo de los ladrillos y la arena, pero había sangrado mucho por la cabeza y falleció», le dijo a la mujer, que se dejó caer en el suelo.

En Shkuk, se repitieron escenas similares. «Hubo una explosión en una casa cerca de la calle principal y cuando la gente se acercó para ver lo que ocurría se produjo otra en un edificio contiguo. Los muertos son habitantes del edificio y transeúntes», contó un comerciante del barrio, Abu Alí, de 47 años.

El ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Hoshyar Zebari, afirmó que los atentados del domingo contra las embajadas llevaban el sello de Al-Qaeda, por ser parecidos a los cometidos en los últimos meses contra hoteles y ministerios.

Según Zebari, los insurgentes pretenden aprovechar el «vacío político» dejado por las elecciones legislativas de hace un mes, para «hacer descarrilar» las negociaciones para la formación del futuro Gobierno y «hacer llegar el mensaje de que los terroristas siguen activos».