UPN no tuvo problema alguno para que el Parlamento de Nafarroa aprobara ayer el convenio de financiación del TAV que suscribirá hoy con el Gobierno español. Pero sí para convencer de que ésta no es una operación ruinosa para Nafarroa. Y como la peor cuña es la de la propia madera, el mayor golpe se lo dieron su ex socios de CDN. José Andrés Burguete anunció que iban a votar que sí al acuerdo por el que Nafarroa adelantará 387 millones de euros que el Estado no quiere asumir debido a la crisis, pero dudó de que esa enorme cantidad sea devuelta.

El calendario incluido en el convenio prevé que se reintegre entre 2013 y 2017, es decir, más o menos dos años después de los correspondientes desembolsos de Nafarroa [ver cuadro adjunto]. No se contempla que Madrid abone ningún tipo de interés por esta demora. Y, lo que es más preocupante aún, el texto remarca que el Estado nunca pagará más que esos 387 millones de euros adelantados, con lo cual las desviaciones que sistemáticamente se producen en las obras públicas serán cargadas únicamente a la parte navarra.

Burguete dijo más. Resaltó que, contrariamente a lo que había dicho el Gobierno Sanz, según el texto del convenio las devoluciones no se harán mediante descuentos del Cupo que Nafarroa paga anualmente a Madrid, sino a través de transferencias del ADIF -el gestor estatal ferroviario- que se incluirán en los presupuestos estatales. Así las cosas, el portavoz de CDN preguntó «qué pasará si algún año no se aprueban y se prorrogan». Nadie le respondió.

Todas estas cantidades extras se sumarían a los al menos 45 millones de euros cuyo pago ya asume Nafarroa de modo explícito. Es la cantidad que deberá abonar en intereses por el crédito necesario para afrontar estas obras, de 2011 a 2015.

Conexiones en entredicho

Más dudas. Tanto CDN como Nafarroa Bai subrayaron que sigue sin concretarse la conexión de este tramo Iruñea-Castejón con el TAV, que a día de hoy sólo llega hasta Zaragoza. UPN asume implícitamente que no hay certezas al respecto, dada la crítica situación de las cuentas del Ministerio de Fomento. El portavoz de UPN, Carlos García Adanero, volvió a pedir un ejercicio de fe de los citados por CDN: «¿Alguien cree que el Estado va a hacer una inversión de 675 millones sólo para unir Pamplona y Castejón?». Más significativa todavía resultó la siguiente pregunta: «¿Acaso está determinada la conexión de la `Y vasca' con la de Burgos y Francia, o la entrada a San Sebastián?».

IUN también votó a favor del convenio, pero mostrando recelos. Ana Figueras dijo primero que «no vamos a meternos con el coste de esta infraestructura», pero terminó «exigiendo total transparencia» al Gobierno navarro en esta cuestión.

Sólo Nafarroa Bai rechazó el convenio, aunque Koldo Amezketa puso énfasis en matizar que «decimos `no' a este convenio, pero apostamos por el ferrocarril».

Para ello ofreció varios argumentos, como la constatación de que es un proyecto «malo y altamente oneroso» para la ciudadanía navarra o que «nos recuerda mucho a aquella autopista que iba de ninguna parte a ningún sitio», en alusión al trazado de la A-15 cuando fue construida en los años 70.

Jiménez alaba y Sanz agradece

Amezketa remarcó que hablaba «no como portavoz de EA, ni de Aralar, ni de Batzarre, ni del PNV, sino de NaBai», ya que es sabido que estos partidos mantienen posiciones diferentes sobre el TAV a nivel global. García Adanero les había retado incluso a dar votos diferenciados. El portavoz de UPN reprochó además a los detractores del proyecto que «siempre están en contra de todas las infraestructuras. Si les hubiéramos hecho caso, estaríamos todavía con los caminos del siglo XVIII».

En cuanto a las opiniones del Gobierno navarro y del PSN, el debate invirtió las posiciones lógicas. Pese a que es la Hacienda foral la que hará todo el esfuerzo económico en los primeros años, fue el PSOE quien se atribuyó el sacrificio, y UPN quien le dio las gracias.

En una intervención sorprendente, el líder del PSN, Roberto Jiménez, afirmó que «esto supone un gran esfuerzo para el conjunto de los españoles, porque nosotros solos no hubiéramos podido hacerlo». A partir de ahí, intentó aprovechar el viaje para legitimar el estatus político actual: «Éste es momento de reconocer que aquí hay un gran país que se llama España. Hay que decir con orgullo que es el país europeo que más kilómetros de alta velocidad tiene».

Miguel Sanz, por contra, se mostró inusitadamente condescendiente con todos, consciente de que lo importante era lograr el sí del Parlamento (paradójicamente, el Gobierno no llevó a la Cámara la reciente reforma del Amejoramiento antes de firmarla con el Estado). El presidente navarro dijo que «damos por buenas todas las dificultades anteriores» y aseguró que la llegada al Gobierno de Elena Salgado y José Blanco «ha marcado un antes y un después en esto».