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Firma del nuevo tratado de desarme atómico (START II)

EEUU y Rusia impulsan sus relaciones con la firma del nuevo tratado de desarme

Los EEUU de Obama y la «nueva Rusia» sellaron sus renovadas relaciones rubricando un nuevo tratado de reducción de sus arsenales nucleares. Pese a que la puesta en escena no se correspondió con el alcance de lo acordado, ambas partes ratificaron una nueva sintonía que parece va a alcanzar al dossier iraní. Eso no impide atisbar nubes en el horizonte. La polémica sobre el escudo antimisiles ensombreció la firma.

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Dabid LAZKANOITURBURU

EEUU y Rusia firmaron ayer un nuevo tratado de reducción, más simbólico que real, de sus respectivos arsenales nucleares.

Con cuatro meses de retraso -el tratado START I expiró en diciembre-, los presidentes Barack Obama y Dmitri Medvedev pusieron la rúbrica a un nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START II, por sus siglas en inglés) que sustituye al firmado en 1991, en plena descomposición de la URSS.

Mucho han cambiado los tiempos desde entonces. La «nuva Rusia» no es ni la sombra de lo que fue un día la Unión Soviética pero tampoco es el país cuya deriva no pudo -o no quiso- evitar Gorbachov. Y mucho menos es la marioneta en las manos, temblorosas de Yeltsin.

Mucho más cerca en el tiempo, y aunque de otro calado, también se ha producido un cambio en Washington.

Adiós a la era Bush

Tras su llegada a la Casa Blanca, Obama ha hecho bandera de la desactivación de las crisis bilaterales provocadas o auspiciadas por Washington durante los anteriores ocho años de Administración a cargo de George W. Bush. La crisis de Georgia que derivó en una ofensiva rusa para proteger a los enclaves de Osetia del Sur y Abjasia en agosto de 2008 (la bautizada como «Guerra de los Cinco Días») fue el máximo exponente de las malas relaciones entre ambas administraciones.

Priorizar el diálogo

Porque eso, y no mucho más, supone la firma ayer del START II: La ratificación, por parte de Washington, de la estrategia de diálogo con el gigante euroasiático. El propio Obama ya anunció a finales del pasado año su compromiso para inaugurar una nueva era en las relaciones con Rusia. Un nuevo clima que interesa igualmente a Moscú. Y todo ello no es poco, si echamos la vista atrás, pero tampoco suena a demasiado nuevo.

Porque, más allá, y si atendemos al objeto del tratado, la reducción del armamento nuclear, el acuerdo va poco más lejos de lo gestual.

Ambas partes dan un pequeño pasito más en la reducción de sus arsenales nucleares estratégicos, pero mantienen intacto su respectivo potencial.

El acuerdo impone para ambas un techo de 1.550 cabezas nucleares, lo que supone una reducción de en torno a un 30% en relación al último acuerdo bilateral, el Tratado de Reducción de Arsenales Nucleares Estratégicas (SORT), firmado en Moscú en 2002.

Paralelamente, el nuevo tratado reduce a 800 el número de vectores o lanzaderas por parte de cada potencia.

Ocurre que el recién firmado START II especifica que la reducción afectará a ojivas nucleares desplegadas, listas para su uso. no que éstas deban ser destruidas. Basta pues con guardarlas, literalmente, en el almacén. Así las cosas, EEUU y Rusia seguirán concentrando juntas alrededor del 90% del arsenal nuclear mundial, más que suficiente para la destrucción total de la vida en el planeta.

Puesta en escena

Fiel al estilo marcado tras su llegada a la Casa Blanca, Obama no se olvidó de la importancia de la puesta en escena. El escenario elegido para su encuentro con Medvedev fueron los jardines del castillo de Praga, el lugar desde el que el recién elegido presidente de EEUU pronunció uno de sus más sonoros discursos en abril del año pasado en favor de un mundo libre del arma atómica.

No obstante, el propio Obama dejó traslucir el verdadero alcance de lo firmado, al señalar que «pone fin a la deriva» en las relaciones entre Rusia y EEUU. En un intento de emular la oratoria de su homólogo estadounidense, Medvedev aseguró que estamos ante la apertura de «un nuevo capítulo» en las relaciones bilaterales. Y es que a Moscú le interesa especialmente ser tratado, siquiera formalmente, de tú a tú por Washington.

Y más cuando, en la esfera internacional, China está asumiendo crecientemente el rol de potencia alternativa a la estadounidense.

No obstante, el inquilino del Kremlin advirtió de que, tal y como establece una cláusula introducida por los negociadores rusos, el tratado será papel mojado si EEUU sigue con su proyecto de escudo antimisiles en suelo europeo. Obama le respondió prometiendo un «diálogo sincero» sobre la cuestión.

Porque, si lo modesto del acuerdo permite a Obama mantener esperanzas en que los dos tercios del Senado ratifiquen el tratado (para lo que precisará de los republicanos), la Duma rusa ya ha amenazado con su veto por la cuestión del escudo.

Otra cosa es hasta dónde puede llegar Rusia en esta cuestión. Moscú insiste en que las capacidades de defensa antimisiles -como la que Washington proyecta levantar ahora en Rumanía- son, junto a las capacidades ofensivas, el otro pilar de la estabilidad estratégica.

No parece, sin embargo, que Rusia pueda ir más allá en sus exigencias en este terreno y que podría conformarse con ser consultada sobre este proyecto por los estadounidenses.

Cuestión distinta es que Moscú -y Washington- vayan a dejar de pugnar por sus intereses en zonas de valor geoestratégico. La crisis estos días en Kirguistán -en Asia Central- tiene todos los visos de una segunda vuelta de la «revolución de terciopelo» que en 2005 debilitó el poder de Rusia en su antigua república. Todo apunta a que ahora se toma cumplida revancha.

China insta a EEUU a seguir sus pasos en materia nuclear

China apeló ayer a EEUU a reducir sensiblemente su arsenal nuclear y reiteró -mejor decir contrapuso- su compromiso oficial de no desatar nunca y bajo ninguna circunstancia, un conflicto nuclear.

«Es importante que EEUU, que cuenta con uno de las más grandes arsenales nucleares del mundo, lo reduzca de manera responsable», señaló una portavoz del Ministerio chino de Exteriores dos días después de que Obama presentara la nueva doctrina miliar estadounidense.

Jiang Yu fue preguntada por la valoración de China sobre esta nueva doctrina militar, que compromete a EEUU a no utilizar nunca la bomba atómica contra un país que no la tenga y que respete las reglas del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), pero con las exclusiones de Irán y de Corea del Norte.

«Nosotros seguimos firmemente una estrategia nuclear de carácter defensivo», señaló Jiang, para añadir que «hacemos nuestra una política que prohíbe la utilización en primer lugar del arma nuclear, sean cuales sean las circunstancias y sea cual sea el momento».

La portavoz de Exteriores recordó además que «nos comprometemos, claramente y de manera incondicional, a no utilizar las armas nucleares contra países no nucleares o zonas desnuclearizadas».

Dicho esto, Jiang se felicitó por la firma en Praga del START II y reiteró que China no desea participar en una carrera de armamento nuclear y busca «conservar su capacidad nuclear al nivel mínimo requerido por su seguridad nacional».

Beijing, que guarda secreto sobre la composición de su arsenal, dispondría, según los expertos, de un armamento de este tipo muy inferior a los de EEUU y Rusia.

Siguiendo con el capítulo de reacciones a la nueva doctrina militar de Obama, el presidente de Irán, Mahmud Ahmedinejad, acusó al presidente de EEUU de albergar, «con un nuevo rostro», las mismas intenciones que Bush. GARA

 
Kirguistán

La crisis en la república centroasiática de Kirguistán estuvo en la agenda de la reunión entre ambos líderes. La Casa Blanca aseguró que ambos países colaboran estrechamente en esta cuestión aunque no se produjo una anunciada declaración conjunta.

UE

Medvedev abandonó rápidamente la capital checa, pero Obama departió en una cena con los líderes de once países de la Europa Central y Oriental. Donde algunos vieron un mensaje a Moscú de que no «abandonará» a los aliados de la «Nueva Europa», otros vieron un nuevo desaire a la Unión Europea.

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