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La Fura dels Baus y Mugaritz inventan la «nueva cocina furera»

Si alguien del mundo de la escena es fácilmente identificable para el gran público ese es La Fura dels Baus. Sus montajes de factura casi imposible, así como su lenguaje y estética propios les han convertido en una compañía de culto. Ahora, y al calor de Tabakalera, vuelven a sus orígenes y a algo tan básico como la cocina, acompañados por Andoni Aduriz.

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Amaia EREÑAGA | DONOSTIA

Antes de que comiencen las obras que transformarán definitivamente a la antigua fábrica de tabaco de Donostia en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea, a Tabakalera todavía le queda ser testigo de un «experimento»: el estreno de «Degustación de Titus Andronicus», un proyecto que une a los catalanes de La Fura dels Baus y al equipo del Mugaritz de Andoni Aduriz, que continúa creando pese al parón provocado por el incendio que destrozó su cocina en en pasado febrero pasado. La «receta» tiene la base de uno de los clásicos de Shakespeare.

El director de La Fura, Pep Gatell, se acercó ayer a Donostia para adelantar algunos de los contenidos de esta propuesta, que se estrenará el día 7 de mayo en la capital guipuzcoana y girará a lo largo de este año, en paralelo con otros de los montajes de la compañía, como, por ejemplo, el espectáculo que tendrán casi a modo de residencia en la Expo de Shangai.

En Donostia, a donde el equipo se trasladará el 1 de mayo, la «Degustación de Titus Andronicus» se podrá ver durante tres días. Basada en «La lamentable tragedia de Tito Andrónico» (1592-1594) sobre la historia del emperador homónimo, es una de las obras de la juventud de Shakespeare y, según apuntó ayer Gatell, su primera tragedia y un texto en el que aparecen perfilados los personajes que luego poblarían sus clásicos. «Es una pieza en bruto, que va a toda velocidad y tiene hasta canibalismo», apuntó con humor malicioso el director. Crímenes varios, venganzas y mucha barbarie son los condimentos de una historia en la que subyacen las tensiones características de la historia de la humanidad, como son la lucha permanente entre la locura y la cordura o la venganza y el perdón, y que, pasadas por el filtro «furero», pueden provocar que se juegue a ofrecer a los espectadores viandas que simulen hasta carne humana en el banquete final.

Aunque no se conocían personalmente, en un encuentro que tuvo lugar en París, Gatell propuso a Aduriz su implicación en este experimento. Comieron juntos y hubo acuerdo, por supuesto. Ayer no quisieron desvelar todos los mimbres de este montaje, aunque, en lo que Gatell definió como un regreso a los inicios de la Fura, sí dijo que los espectadores continúan siendo parte del reparto de la obra. El público, de pie, estará rodeado por un vídeo en 360 grados -4 pantallas-, que acotará el espacio escénico. Dentro, los actores y los cocineros. Eso sí, sólo una treintena de los espectadores podrán degustar las propuestas de Mugaritz, aunque siempre quedará el olor, con el que también se juega. Gatell lanzó un aviso: «Hay que ir cenados».

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