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Alpinismo Apertura familiar

Los Barmasse cierran un ciclo de la cara sur del Cervino

Marco Barmasse lo intentó hace 24 años con Walter Cazzanelli y Vitorio De Tuoni. El pasado 13 de marzo, junto a su hijo Hervé, cumplía su gran sueño; escalar el llamado «couloir dell´Enjambée», uno de los grandes problemas sin resolver de la siempre mítica cara sur del Cervino.

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Andoni ARABAOLAZA

«En los años 80, yo y otros grandes alpinistas escalábamos el Cervino. Algunos logramos subir varias rutas en invierno y en el día. Estábamos preparados para intentar el corredor que divide en dos la cara sur de la montaña. Estábamos listos para sumergirnos de lleno en el corazón de la gran sección. Walter Cazzanelli, Vitorio De Tuoni y yo empezamos a escalar dicha ruta el 21 de diciembre de hace 24 años. Empezamos a buscar el «all`enjambée», el paso a la ruta normal o clásica. Escalamos dos tercios y decidimos volver dada la hora y el banco de nieve que había por encima del muro vertical. 24 horas después llegamos a Brueil satisfechos con la experiencia vivida en un rincón del Matterhorn».

De esa forma recuerda Marco Barmasse el intento que hizo al gran problema pendiente de la cara sur del Cervino. Veinticuatro años después, esta vez junto a su hijo Hervé, resolvía definitivamente el enigma de esa poderosa vía lógica de 1.220 metros, de esa línea perfecta, de ese corredor que divide en dos la sur del Cervino y de esa ruta que sale a 200 metros de la cima y que muchos alpinistas lo han dado todo para sellar dicha clave. Era el pasado 13 de marzo. Finalmente, los Barmase, padre e hijo, se embolsaban el «couloir dell´Enjambée».

Una historia, como se puede apreciar, con tintes muy especiales por el lazo familiar y por la historia que ambos alpinistas tienen con el emblemático Cervino. Marco, con 61 años, y Hervé, con 32, se unían una vez más la cuerda a la cintura para compartir un sueño perseguido por otros muchos como el gran maestro del hielo Giancarlo Grassi.

Dos generaciones de guías de montaña y de alpinistas siempre unidos a la gran magia de la gran pared de la «Becca». Marco, con 61 años, demostrando una gran capacidad de sacrificio mientras escalaba la grandiosa cara sur. Hervé, con 32, demostrando su gran capacidad técnica resolviendo los pasajes más duros que había que desatar.

El líder de los Barmasse se sumerge en los recuerdos: «Desde aquel invierno siempre he estado observando las condiciones del corredor. Recientemente, dos alpinistas suizos lo intentaron, pero renunciaron donde nosotros nos dimos la vuelta. Mientras tanto, mi hijo Hervé se acercaba a las montañas con otros medios y nuevas técnicas en busca de aventuras. En el Cervino ha abierto rutas y ha repetido otras en invierno y en el día. Me sugirió la idea y fuimos. Llegamos a lo desconocido. De nuevo allí 24 años después. Hervé resolvió todas las dificultades. Tramos verticales casi imposibles de proteger. A las 20.15 estábamos en la normal, casi en casa».

Gran compromiso

Hervé no tuvo ningún reparo a la hora de invitar a su padre a esa escalada especial. También está ligado estrechamente al Cervino, y es que su currículo en la gran «Becca» es muy significativo con sobresalientes aperturas y repeticiones en solitario.

«Ha sido una nueva experiencia, única y emocionante más allá de las dificultades técnicas a superar. Lo que ha hecho que sea única y memorable ha sido compartir esta aventura con mi padre. No hubo una preparación específica; salió de nuestro corazón y todo fue bien», señala Hervé.

El pasado día 13 de marzo, a las puertas de la primavera, Marco y Hervé escalaban los 1.220 metros de la línea que tuvo su punto de partida hace 24 años. Una línea lógica en el que el Cervino impone un juego de fuerza y de nervios.

Tras llegar al punto más alto de todos los intentos realizados, Hervé abría las puertas de lo desconocido: «Me han preguntado una y otra vez sobre la dificultad de la ruta, de esa parte que todavía estaba sin escalar. No sé qué decir. Puede ser un M seguido de un número más o menos alto. Escalé esos tramos con las manos desnudas, sin guantes. Manos heladas y la última protección a 15 metros. No podía caerme. Había una gran masa de nieve polvo pegada a la roca. Una escalada muy diferente a las Grandes Jorasses, donde no podía ganchear con mis piolets. La dificultad dependerá de las condiciones que tenga en ese momento la pared. Fue una escalada dura, técnicamente y sicológicamente. Si hace 24 años mi padre hubiera escalado ese tramo con éxito, la actividad hubiera supuesto un punto de inflexión».

Lo lograron, uno de los grandes enigmas de la sur del Cervino ya estaba resuelto por los Barmasse, padre e hijo: «Nos enfrentamos con el mismo espíritu de siempre. Estábamos emocionados como dos escaladores novatos, felices por vivir nuestra pasión en una de las montañas más bellas del mundo. Mi padre se sentía tranquilo, solucionamos cada paso y pudimos llegar a nuestra meta. La calma y la experiencia de mi padre me ayudaron».

Tras superar en cabeza los tramos todavía inescalados y hacerse con el objetivo, Hervé ha querido felicitar a su padre tanto por su empeño de hace 24 años como por su determinación durante la jornada de escalada: «No tengo ninguna duda de que si mi padre y sus compañeros hubieran completado esta ascensión hace 24 años, hubiera sido una verdadera revolución del mixto. Digo esto porque este corredor es muy exigente tanto física como sicológicamente. Estaba prohibido caerse, ya que no podía asegurarme en el hielo. Por todo ello felicito a mi padre por lograr esta hazaña a la edad de 61 años».

Marco y Hervé, Hervé y Marco; los Barmasse y la primera ascensión al couloir dell´Enjambée de la cara sur del Cervino. La saga de los Barmasse sigue su curso. Hervé prosigue la larga tradición de la familia. La cuarta generación mantiene vivo el espíritu del alpinismo.

gran sueño

El corredor que divide en dos la cara sur del Cervino ha sido el gran sueño de los alpinistas italianos más adelantados. Finalmente, los Barmasse han superado la incógnita.

dura

Según Hervé Barmasse, la escalada de los tramos desconocidos fue dura tanto física como sicológicamente. Muy difícil de proteger y con caídas de hasta 15 metros.

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