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Jakue Pascual Sociólogo

San Malcom... ¡Ruega por nosotras y nosotros!

Ha muerto Malcom Mclaren. Su jeta de hormigón sonríe con sorna bajo unos rizos color zanahoria. Un personaje ambiguo donde los haya, con los principios morales escindidos de tal forma que sólo él podía encajar

Esta historia underground comienza cuando las Angry Brigade ametrallan con balas de poesía símbolos franquistas en Londres, durante el Proceso de Burgos. O cuando el Partido del Diablo -King Mob- lanza la consigna de cerrar las Escuelas de Artes instaurando la dictadura del cualquiera puede hacerlo.

Malcom McLaren y Vivienne Westwood inauguran la boutique Sex. Ropa sado y eslóganes destroy. Malcom despliega la bandera roja con la hoz y el martillo como manager de los New York Dolls y hunde al grupo. De vuelta a la Inglaterra de 1975 impulsa los Sex Pistols. Malcom confiesa en «England's Dreaming» que su intención era vender montones de pantalones.

Y con ellos llegó el escándalo. Steve Jones llama viejo asqueroso al presentador de un programa televisivo por insinuarse a Siouxsie. La asociación de Malcom con Jamie Reid (artífice de la revista anarquista «Suburban Press» e ilustrador del libro «Leaving the 20th Century» del fundador de King Mob, Christopher Gray) monta un artefacto de ideas situacionistas, ácratas, ateas y nihilistas que estalla con «Anarchy in the UK», dejando a la Unión Jack hecha jirones. «God save the Queen» retumba en medio del Támesis y un imperdible sella con el lema la boca de la reina de Inglaterra durante su Jubilee. «Never minds the bollocks». El veto impone la ley de los no escenarios. «My way». Las responsabilidades sobre la descomposición del grupo y la tragedia de Sid y Nancy alimentan «La mugre y la furia» y la disputa por los derechos de autor enfrenta a Johnny Rotten -«No Irish, No Blacks, No Dogs»- con el promotor. Según McLaren, los Sex Pistols no comprendieron que sólo eran un «medio de transporte de unas ideas». -¿Alguien ha visto a Malcom?, pregunta Steve Jones mientras corre tras las huellas de unos zapatos de Teddy Boy. Michael Moorcock silba en el caos: -¡Fiuuuu...! Bienvenidos al gran timo del Rock´n´Roll.

Tras la disolución, McLaren se convierte en manager de Adam Ant y crea Bow Wow Wow. Edita su disco «Duck Rock» e introduce con «Buffalo Gals» los sones transgresivos de la cultura hip-hop en Europa. Tontea con la ópera, la canción ligera, los ritmos étnicos y la música disco como si fueran performances sonoras. Obtiene éxitos con temas como «About her» que Tarantino incluye en «Kill Bill 2», descubre la micromúsica, escribe radionovelas, plasma pinturas musicales, produce Fast Food Nation e intenta presentarse como candidato a la alcaldía de Londres.

Ha muerto Malcom Mclaren. Su jeta de hormigón sonríe con sorna bajo unos rizos color zanahoria. Un personaje ambiguo donde los haya, con los principios morales escindidos de tal forma que sólo él podía encajar. Un demoledor de estructuras puritanas y un cínico capitalista mercantil de corte utilitarista impulsor del modelo artista-empresario. Valgan como epitafio para su tumba en el mausoleo del espectáculo las palabras torticeramente conciliadoras del socialista de champán (y cantante de PIL) John Lydon (Rotten): «Por encima de todo era un entretenedor. Le echaré de menos».

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