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Una versión con tanta taquilla como división crítica

«Alicia en el país de las maravillas»

Tim Burton y la Disney estaban condenados a entenderse, a pesar de que el cineasta fue echado de la compañía en sus comienzos como dibujante. Una vez formado, ha sido el elegido para intentar reformular la versión clásica que la factoría de Burbank hizo en dibujos animados. La nueva propuesta mezcla actores reales e imagen artificial.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Es de suponer que, a estas alturas, Tim Burton no le tiene miedo a la polémica y que no necesita asumir la confrontación generada por su «Alice in Wonderland», al serle del todo ajena. El estreno de su nueva película no ha hecho sino precipitar un cuestionamiento a su obra que ya venía desde su integración en la industria de Hollywood con el remake, a todas luces innecesario, de «El planeta de los simios». En el lado contrario se sitúan los incondicionales que ya le defendieron cuando se puso al frente de la saga de «Batman».

No es por escurrir el bulto, pero no termino de entender por qué hay que posicionarse en uno u otro bando, cuando soy de los que consideran que se trata de un cineasta que tiene sus virtudes y sus defectos muy acentuados en ambos casos, así que no merece la pena ponerse a discutir sobre su verdadera valía, siempre difícil de evaluar. Hay películas suyas que son auténticas obras maestras y otras, sencillamente fallidas.

Los que han esperado a «Alice in Wonderland» para cargar las tintas contra Tim Burton, le estaban esperando, por así decirlo. La película, según ellos, vendría a confirmar que se ha convertido en un simple ilustrador. Eso es decir demasiado, jugando además con ventaja, puesto que sabido es que el cineasta nunca puede tener el mismo control sobre una gran producción que sobre una realización independiente. Es el eterno dilema, porque ahora dispone de más medios pero de menor libertad. En semejante contexto comercial, es casi imposible que puedan surgir de nuevo creaciones como «Eduardo Manostijeras» o «Ed Wood», por lo que es más lógico reconocer que el artista tiene derecho a evolucionar en la dirección que crea oportuna, y la que ha elegido es la de hacer películas para el gran público con la máxima calidad artística posible.

La guerra del 3D

Mucha culpa del follón que se ha armado en torno a «Alice in Wonderland» la tiene James Cameron, que se ha encargado de avivar el fuego de los ataques a la película, al declarar que es una obra tramposa porque no está realizada en 3D, habiendo sido adaptada al sistema en la fase de postproducción. Los fanáticos de «Avatar» no han tenido tiempo para recoger el señuelo y ponerse a despotricar contra la técnica visual empleada por Tim Burton. Llegan a decir que los personajes quedan aplastados sobre el fondo y sin perspectiva, que los objetos en primer plano están desenfocados, o que los movimientos panorámicos de cámara hacen que la imagen sea borrosa. Lo que, textualmente, les ha provocado mareos. Pero eso mismo es lo que decían al principio los primeros espectadores de «Avatar», hasta que ya se callaron por miedo a hacer el ridículo ante el progresivo entusiasmo de las masas.

Luego ha sobrevenido la disputa por adjudicarse récords de taquilla, ya que inicialmente «Alice in Wonderland» superó las cifras de recaudación de «Avatar», proclamadas como las mejores de la historia del cine, claro que sin tener en cuenta la inflación y el hecho de que las entradas de las sesiones en 3D son más caras.

Lo paradójico del asunto es que «Alice in Wonderland» y «Avatar» comparten el mismo director de arte, que es Robert Stromberg. Su mano se ha de notar en el diseño de producción, por lo que las coincidencias entre ambos títulos, mal que le pese a James Cameron, han de existir.

Alicia se nos ha hecho mayor

Lo que personalmente no comparto del proyecto de Tim Burton sobre Lewis Carroll es ese empeño, tan común al cine actual, de poner al día a los clásicos por encima de todo. Si «Alicia en el País de las Maravillas» y su continuación «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí» son obras insuperables, por qué maldita razón hay que cambiarlas. Steven Spielberg hundió su carrera por cometer ese mismo error, cuando con «Hook» tuvo la temeridad de presentar a un Peter Pan capaz de madurar, cuando precisamente el complejo al que da nombre el personaje consiste justo en lo contrario. En lo que concierne a «Alice in Wonderland» la idea de hacer crecer a la niña protagonista viene de la guionista Linda Woolverton, la cual atravesaba una crisis personal que, sintiéndose autora, quiso traspasar a un personaje que no le pertenece, ya que jamás el reverendo Charles Lutwidge Dodgson lo habría imaginado con otra edad. Es la infancia la etapa del descubrimiento y aquella en la que el mundo cobra una dimensión imaginativa y surrealista de total pureza. Perdido ese encanto, la verdad es que no queda mucho de maravilloso.

Por iniciativa de Linda Woolverton esta desconocida Alicia que nos presentan ahora tiene ya 19 años, lo que la convierte en una mujer. La transformación consiguiente es total, dado que es un ser adulto agobiado por los problemas que le obligan a tomar decisiones y responsabilidades para las que no se siente preparada. Su estado de ánimo no es el más propicio, ya que ha perdido a su padre. Pero lo peor de todo es que la presionan para que se case, algo que rechaza por sentirse todavía muy joven. La película arranca con la preparación de la fiesta en la que su pretendiente le pedirá oficialmente el matrimonio.

¿Qué ha sido de la niñez de Alicia? Cabría pensar que incluso su imaginación, la de esta Alicia que no parece Alicia, nunca le llevó al mundo subterráneo del libro. La guionista quiere hacernos creer que no recuerda nada, que sufre amnesia, que ha olvidado su mayor aventura por completo. ¿Cómo es eso posible? Todos los adultos llevamos dentro a una Alicia que persigue eternamente al Conejo Blanco, y ahora resulta que la propia heroína del cuento ha perdido su capacidad de soñar.

Es una conclusión terrible y oscura en sí misma, si no fuera porque puede que en el fondo no sea más que una excusa para que Alicia vuelva a caer por el agujero otra vez y repita todo lo que hizo antes, a sabiendas de que la pócima volverá a reducir su tamaño. Sin embargo, una persona adulta es difícil que pueda ver al otro lado del espejo con los ojos de la inocencia. Es una contradicción que descoloca a la actriz Mia Wasikowska, que en ningún momento sabe muy bien el papel que desempeña en la historia. Su actuación queda aún más desdibujada al cobrar un exagerado protagonismo la figura de El Sombrerero Loco, para lucimiento estelar de Johnny Depp, en una caracterización muy suya, con la ayuda de la técnica de «captura de movimiento» y todos los retoques digitales necesarios.

Estreno

T.O.: «Alice in Wonderland».

Dirección: Tim Burton.

Guión: Linda Woolverton, sobre el libro de Lewis Carroll.

Intérpretes: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway.

Fotografía: Dariusz Wolski.

Música: Danny Elfman.

País: EE.UU.; 2010.

Duración: 108 minutos.

Otras Alicias del cine que han influido a Tim Burton

La primera versión muda de «Alicia en el País de las Maravillas» data de 1903, así que desde entonces las aproximaciones a la obra de Lewis Carroll han sido numerosas. Para Tim Burton es un claro referente la versión animada de Disney, realizada en 1951. Pero tal vez más lo sea la del surrealista checo Jan Svankmajer, quien en los 80 desarrolló «Neco z Alenky» (Alice), combinando marionetas, animales, y el rostro de una actriz infantil. Otra influencia es la película biográfica «Dreamchild», de 1985, y en la que Gavin Millard presenta a la verdadera Alice Liddell, la niña que sirvió de inspiración al autor. M.I.

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