La escena musical «underground» en el Teherán de la clandestinidad
«Nadie sabe nada de gatos persas»
Bahman Ghobadi regresó a Cannes ocho años después de su última participación con un quinto largometraje que se llevó el Premio Especial del Jurado, dentro de la sección Un Certain Regard. En «Nadie sabe nada de gatos persas» abandona por primera vez la problemática del Kurdistán iraní, para centrarse en la urgencia de una crónica sobre la situación cultural en Teherán, donde la censura obliga a los artistas a desarrollar su obra en la más absoluta clandestinidad.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
La mayoría de cineasta iraníes actuales abusa de un lenguaje puramente simbólico, al verse obligados por la censura del régimen teocrático a expresarse sin poder hacer referencias directas a la realidad del país, siempre y cuando quieran rodar en Irán y dentro de la legalidad vigente.
El kurdo Bahman Ghobadi se ha atrevido a dar un paso al frente y saltarse la barrera administrativa, rodando en Teherán de forma absolutamente clandestina. La idea para ese compromiso se la dieron las dificultades con las que se encontró cuando quiso grabar una música para uno de sus proyectos cinematográficos, encontrándose con un sinfín de prohibiciones que hacían imposible el normal desarrollo de dicha actividad. De ahí pasó a interesarse por cómo se las arreglaban los grupos musicales de la ciudad para poder grabar o dar sus conciertos, viéndose finalmente abocados al exilio.
La información de base la consiguió entrevistando a jóvenes músicos, chicos veinteañeros dispuestos a todo con tal de seguir adelante con su música, incluso viajando a Londres o París para poder tocar en directo y denunciar su situación.
En consecuencia «Nadie sabe nada de gatos persas» tiene un desarrollo de fondo documental, aunque Bahman Ghobadi termina optando por la dramatización, convencido de que de haber hecho un documental no habría podido distribuir internacionalmente su película con la misma facilidad.
Es por ello que no duda en grabar los temas de los músicos que intervienen en un estilo muy urgente, pues tuvo que hacer la filmación en apenas dos semanas y sin permisos. Pese a la ayuda de otros cineastas que contaban con autorizaciones, la Policía les requisó material.
Dirección: Bahman Ghobadi.
Intérpretes: Negar Shaghaghi, Ashkan Koshanejad, Hamed Behdad.
Fotografía: Turaj Mansuri.
País: Irán: 2009.
Duración: 106 minutos.
Género: Docudrama musical.
Con tan sólo treinta años de edad, Bahman Ghobadi fue capaz de levantar de la nada el cine en Kurdistán. En el 2000 se daba a conocer en Cannes con su ópera prima «Un tiempo para los caballos borrachos», con la que obtenía la Cámara de Oro. A los dos años volvió allí con su segundo largometraje «Canciones de la tierra de mi madre». Es en el 2004 cuando prueba suerte en el Donostia Zinemaldia, ganando la Concha de Oro con «Las tortugas también vuelan». Un premio que repetiría de nuevo en el 2006 con su cuarto largometraje «Media Luna», de ambiente y música tradicionales muy parecidos a los del segundo. Mikel INSAUSTI