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Imanol Intziarte Periodista

Al margen de la ley, y yo con estos pelos

Guardo buenos recuerdos de aquellos Cármenes en Santutxu. Mucho ha llovido desde entonces, pero no es posible olvidar -ni quiero hacerlo- la primera vez en que las manos consiguen traspasar esa frontera hasta entonces infranqueable y logran acariciar la suave piel por debajo de una camiseta. «Era un pueblo con bar, una noche, después de un concierto...», cantaba Sabina. En este caso, era un barrio con txosnas y verbena, aunque de eso ya no me acuerdo tan bien, que estábamos a lo que estábamos.

También contemplo con cariño, en ese imaginario álbum fotográfico del cerebro, aquellas charlas veraniegas en las que arreglábamos el mundo sentados en un banco, mientras vertíamos en una botella vacía de litro y medio de agua el tinto Don Simón y la Coca Cola. Cuestión de poder adquisitivo. Todavía no se había inventado la palabra «botellón» y lo llamábamos «echar unos litros». En Semana Grande subíamos a Urgull y bebíamos, hablábamos y nos reíamos, mucho de todo, mientras retumbaban los fuegos. Y luego, con el depósito lleno, al Paseo Nuevo, a ver si las manos volvían a colarse bajo una camiseta. Una ciudad con txosnas y verbena.

Ahora, ya más crecidito, paseo en bicicleta por mi ciudad -si puedo por el bidegorri y siempre con cuidado de los peatones-, y me paro para escuchar a quienes cantan en el Boulevard, para ver el arte que tienen algunos con un pincel en la mano, para permanecer boquiabierto ante la habilidad de quien hace volar cuatro pelotas por el aire sin que se le caigan. Estuve en Flandes el pasado verano, por poner un ejemplo, y comprobé que a muchas personas les gusta lo mismo.

Pero, según ciertos regidores municipales -ahora es en Bilbo pero cundirá el ejemplo-, he sido, soy, somos, transgresores de la ley. Todo bien ordenadito, la mano o la lengua hasta aquí sí pero más no; el cubata del pub sí pero del súper no, en la silla sí pero en el banco no; canta con el cronómetro; haz malabares pero no te salgas de esta baldosa... Lo que les hace falta es un buen polvo y unos tragos. O viceversa. Amargados.

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