GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

Caos aéreo en Europa por la erupción de un volcán en Islandia

islandia, la fumarola por la que respira la tierra

Islandia, tierra de fuego y hielo. Nacida del inquieto magma terrestre hace veinte millones de años, este hervidero volcánico sigue empeñado en no olvidar sus orígenes. Su latente actividad no evita puntuales sobresaltos, quién sabe si a la espera de uno mucho mayor.

p006_f02_148x091.jpg

Joseba VIVANCO

Fue Julio Verne el que eligió Islandia para que los protagonistas de ``Viaje al centro de la Tierra'' se adentraran en las profundidades terrestres, justo por el cráter del volcán Snaefell. Pero hoy es otro de los cerca de doscientos volcanes que salpican esta isla de apenas 500 kilómetros de largo el que acapara la atención de medio mundo, curiosamente esta vez, el más rico y... ¿preparado? Dice Ramón Ortiz, vulcanólogo del Museo español de Ciencias Naturales, que «no existen los desastres, sino la mala gestión de los fenómenos naturales». En este caso, la naturaleza ha vuelto a poner a la sociedad tecnológica en su sitio, obligando a cerrar buena parte del espacio aéreo europeo.

Pero más allá de las repercusiones en tiempo, malestar y dinero, la erupción de este volcán de impronunciable nombre -Eyjafjallajökull- pone sobre la mesa el latente peligro que esconde el interior de la Tierra. E Islandia es, sin duda, un auténtico hervidero volcánico, el mayor del planeta.

En 1946, gracias al sonar, se cartografió el fondo del océano Atlántico y se observó la existencia de una «cicatriz» que partía el planeta de norte a sur. Es la conocida dorsal mesoatlántica que separa las placas norteamericana y euroasiática. Hace 20 millones de años, esa dorsal, que se desplaza y por la que se escapa magma terrestre, colisionó con una enorme columna de roca surgida del fondo, un punto caliente que hizo elevarse la tierra y emerger, como si se destapara una lata de refresco, lo que hoy es Islandia. Es decir, además de verse dividida en dos, la isla se asienta sobre una «columna» activa de 650 kilómetros de profundidad.

De la misma manera que esa mesodorsal separa a América de Europa, lo mismo le sucede a Islandia, al ritmo de unos 2,5 centímetros al año. El interior de la Tierra ha encontrado en este punto del planeta un resquicio para respirar, pues no en vano un tercio de la lava de la Tierra la genera Islandia. Así las cosas, estamos ante la isla más volcánica del planeta, una fumarola latente que a veces da avisos como el de esta semana, pero otras, sustos como el de 1783, cuando la erupción del volcán Laki afectó seriamente durante tres años al clima del planeta y se calcula que causó, de forma indirecta, dos millones de muertos.

Una nube como el papel de lija

Hoy existen en Islandia volcanes potencialmente con la fuerza destructiva de Tambora o Krakatoa. Por fortuna para la isla y el resto del planeta, los volcanes islandeses tienen la particularidad de que suelen estar bajo glaciares y ese hielo hace las veces de tapón. Fuego y hielo llevan luchando entre sí millones de años. Pero hace 12.000 años, ese hielo se retiró y dio paso a una mayor actividad volcánica. Por eso, la pregunta que se vuelven a hacer muchos exertos hoy es si el equilibrio entre el hielo y el fuego se está desajustando debido al deshielo de la mayoría de glaciares. Si eso ocurre, mejor no pensar lo que pueda suceder...

Desde 1963, en Islandia había habido 21 erupciones, la última en 2004. La más trágica, la que provocó las posteriores inundaciones de 1996, en las que el deshielo generó tanta agua como la que mueve el río Amazonas en un verano. Ése es el mayor riesgo actual para los islandeses, las llamadas inundaciones glaciares. Pero esta vez, la erupción ha roto el esquema habitual, ya que los volcanes islandeses se caracterizan por soltar lava y no por explosionar y lanzar kilométricas nubes de gases a la atmósfera.

¿Y qué contiene esa nube volcánica? Pues pequeñas partículas de vidrio, rocas pulverizadas y silicato, que generan una nube de material que se asemeja al papel de lija. Ésa misma es la que se convierte en un riesgo para la navegación aérea. Los vientos podrían haber alejado esa nube de ceniza hacia el Ártico, pero esta vez han querido que lo hiciera hacia el continente europeo. Que Islandia o Alaska, como les sucede a veces, cierren su espacio aéreo no es noticia; que lo haga Europa, sí.

¿Cuánto durará? Depende del viento, su velocidad y la cantidad de gases que emita el volcán y tampoco se sabe cuánto tiempo permanecerá «activado». Parecía que el lunes pasado se detenía y el martes comenzó con más fuerza. Esas partículas en suspensión, que aún no se sabe si llegarán a la Península Ibérica, pueden mantenerse circulando meses o años. De momento, su altura no acarrea riesgo para la salud de las personas.

Islandia, una «bomba» volcánica latente, nos ha vuelto a recordar por enésima vez lo frágiles que somos.

Colapso en el transporte en el Estado francés

Los aeropuertos cerrados por la erupción en Islandia, el tráfico ferroviario interrumpido por una huelga y los atascos que se esperan en las principales carreteras, especialmente en la región de París, debido al fin de las vacaciones de primavera auguran un fin de semana muy complicado en el transporte en el Estado francés. El cierre de los aeródromos de Londres y París desvió a miles de pasajeros al servicio de trenes de alta velocidad que cruza el Canal de la Mancha, Eurostar, y al servicio de ferrys, que se vieron superados por la cantidad de reservas adicionales. La situación se agrava por el paro ferroviario, un servicio muy utilizado durante las vacaciones AFP

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo