TRAS LA ABSOLUCIÓN DE «EGUNKARIA»
«La sentencia es buenísima, y creo que había voluntad de hacerla así»
No hay tregua para él desde que hace siete años le encañonó la Guardia Civil. El fallo absolutorio sólo es un punto y seguido. Le falta seguir peleando la exculpación final. Lograr que se reconozcan las torturas. Saber quién dio «el OK político». Difundir el caso. Dar las gracias. Seguir impulsando la prensa en euskara. Y ver cumplido el deseo de que esta sentencia no sea un simple intento de reconstruir la «línea Maginot» rota en 2003 con una redada inesperada, sino un punto de inflexión real.
Ramon SOLA
En una esquina del despacho de Martxelo Otamendi hay un objeto que tiene omnnipresente, al que no deja de señalar durante la entrevista: es una fotografía del Paseo de la Concha abarrotado para protestar por el cierre de «Egunkaria». Era gente conmovida por una redada que nadie esperaba pese a la concatenación de ataques similares. Y quien menos, su director, que aquella noche de febrero volvió de una charla en Azpeitia hasta su casa de Tolosa «entre dos coches policiales que me hicieron un sandwich. Pero ni aún así se me pasó por la cabeza que me iban a detener. Ni siquiera llamé a nadie, pensé que ya lo contaría al día siguiente». Empezaba una pesadilla de la que despertó el pasado lunes con una sentencia absolutoria, aunque el final aún no esté escrito.
Lunes pasado, 12.30, en la redacción de «Berria». Llega la noticia de la absolución. ¿De quién se acordó para bien y para mal?
De la misma gente de la que me acordé en aquella noche del 20 de febrero de 2003, cuando entran en mi casa al grito de «abran a la Guardia Civil» y me ponen la pistola a la altura de la cabeza. Luego me esposan, y es en ese momento cuando de repente me doy cuenta de que se va por la borda todo el trabajo de miles de personas, de cientos de trabajadores, la ilusión colectiva de un país que tiene un diario en euskara por fin...
¿Y para mal?
De quienes me he acordado sin parar en estos siete años. De la gente que posibilitó que se cerrara ``Egunkaria'', de la Guardia Civil que hizo unos informes sin ninguna base a sabiendas, y de la Audiencia Nacional, que no ha metido la pata, sino que sabía perfectamente lo que hacía. Y no descansaré hasta saber quién da el OK político a aquella operación. Un medio no se cierra sin ese OK que se produce en un despacho político, no en un despacho de la Guardia Civil. No se trata de que haya un capitán de la Guardia Civil que haga un informe y un juez Del Olmo que se lo crea. No, no. Hay alguien en la jefatura del Ministerio del Interior que dice «adelante».
¿Tiene una hipótesis de por qué hicieron aquello y de por qué ahora hacen lo contrario?
Sí tengo una hipótesis, y es una hipótesis que mucha gente comparte. Estamos en el año 2003, hay una situación política muy convulsa entre Madrid y Gasteiz, un choque de trenes. La autodeterminación se está incorporando a la agenda de los partidos vascos. Los primeros pasos de los planes de Ibarretxe se están marcando. ELA dice que el Estatuto está muerto. Hay un choque de legitimidades, claramente. Alguien en Madrid se da cuenta de que aquí hay mucho lío y de que esto hay que pararlo, y piensa que se puede parar pegando en alguna fibra sensible del país que nadie se espere.
Le tocó a «Egunkaria».
Si hubiéramos hecho el macabro ejercicio de elaborar una quiniela de posibles objetivos de la Audiencia Nacional, preguntando a gente que hace análisis político, «Egunkaria» no hubiese estado ni entre los veinte primeros de la lista: miles de ejemplares, sólo en euskara, una línea editorial que no proponía precisamente el asalto al Palacio de La Moncloa, ninguna denuncia judicial, un diario a veces incluso excesivamente tranquilo... Nosotros ni siquiera «contaminábamos» a nadie, y no digo ya del Ebro para abajo, sino tampoco de Altsasu para abajo. Pero en esa situación de «vamos a pegar un susto a los vascos para que den dos pasos hacia atrás», nos tocó a nosotros.
Entonces sacan unos papeles que valían también para ``Egin'', y cogen a un juez de Murcia pero que venía de Durango, ávido de notoriedad mediática según ``El País''. El PP tenía mayoría absoluta, hacía lo que le daba la gana. Se estaba hablando de quitar las armas a la Ertzaintza, de ponerle jefes del Ejército español, de llevar las competencias a Madrid... Se estaba hablando mucho de alguna cooperativa, de alguna entidad financiera, de algún sistema educativo... Había barra libre. Y decidieron que era mejor pasar una «línea Maginot» que hasta entonces no habían pasado: cuando fueron a por ``Egunkaria'', efectivamente mucha gente en este país dijo: `Ojo, que esto ya no es izquierda abertzale'. Por eso ocurrió la manifestación de Donostia; allí confluyó de todo, desde gente que había estado en la cárcel por el conflicto vasco hasta gente que iba con escolta, y eso es algo que sólo pasa en las gradas de los campos de fútbol.
Siete años después, probablemente la absolución no ha sido sorpresa para mucha gente. Pero, ¿esperaban que fuera con una sentencia así?
No. Ya fue muy llamativo que en el juicio nos dejaran contar las torturas con todo detalle y extensión, no es algo habitual. Sí esperábamos, por ejemplo, que en la sentencia se hablara de la incompatibilidad de ser instructor y perito a la vez, de estar en los interrogatorios e ir luego al juicio como experto policial. Los abogados trabajaron muy bien, los informes finales fueron majestuosos, pero yo nunca pensé que el tribunal se metería en todos los jardines que les habíamos planteado.
Está claro que los magistrados tenían voluntad expresa de entrar en estos temas. En caso contrario, podían haber dado una absolución técnica, por falta de pruebas. Pero en la sentencia hablan clarísimamente. No son 33 folios, son por lo menos el doble, porque hay muchas cosas entre líneas. Por citar un ejemplo, cuando dicen a los magistrados que sean más vigilantes en la cuestión de la tortura, están diciendo también que se tortura, con lo que de paso están diciendo a los guardias civiles que no torturen. Otro caso: la sentencia les dice a los jueces que no se traguen cualquier informe de la Guardia Civil; por tanto, están diciendo indirectamente a los guardias civiles que no pasen cualquier informe, y a las acusaciones particulares, que no construyan cualquier proceso a partir de acusaciones sin sentido. Es como el defensa que está siempre haciendo penalties, y llega un momento en que el portero le dice: `Ya vale, hombre, que luego me meten los goles a mí».
Yo creo que es una sentencia buenísima, y que si entran hasta ahí es porque hay voluntad de hacerlo. Quizás alguien, por su propio cargo, ha querido intentar recuperar algún valor para la Audiencia Nacional en este momento de follones: Garzón, Gürtel... Alguien me ha preguntado si este fallo perjudica la imagen de la judicatura en España y le he respondido: ¿Más?
¿Piensa entonces que al igual que en 2003 hubo un OK político para empezar el caso, ha habido también ahora un OK político para cerrarlo?
Hay que matizar que era más necesario aquel OK político que éste. No se me escapa que en estos últimos años ha habido una parte importante de la opinión pública vasca, y también española, que estaba convencida de que esto había que sacarlo adelante. Incluidos miembros de la judicatura, e incluida una parte cercana a los socialistas, por el apoyo en Catalunya, por Jueces para la Democracia... De todas formas, esta sentencia nos absuelve a nosotros, pero no absuelve a la Audiencia Nacional.
Está claro que la sentencia tiene peso, pero ¿es posible que sólo busque reconstruir esa «línea Maginot» de la que hablaba, de forma que haya un sector que siga quedando dentro, a expensas de más ataques similares?
Sería un efecto que desde luego no deseamos nosotros, y que no asumiría mucha gente en Euskal Herria. Y yo creo que no es así, por una razón muy simple: en ese caso nos hubieran absuelto y punto, pero no habrían lanzado esos mensajes. Podíamos haber sido absueltos sólo por falta de pruebas, sin hablar de torturas, sin hablar de que el cierre de un diario es inconstitucional... No estaban obligados a hacer eso. Otra cosa es que será difícil cambiar todo y que los que vengan detrás asuman esto. Creo que lo hacen con la voluntad de que van a tener que afinar más. Y esos entornos de los que he hablado están por la labor también. Igual soy muy inocente, pero ¿todo ese mundo se ha implicado sólo por `Egunkaria'? No lo creo.
Con la perspectiva de esta sentencia, que deja claro que no había nada punible, ¿se explica más el trato recibido en comisaría? ¿Necesitaban arrancar pruebas a toda costa?
Yo fui a Madrid convencido de que no me iban a torturar, y luego pasó lo que pasó. Algunas denuncias todavía andan por ahí: la mía está en Estrasburgo, la de Xabier Oleaga en el Constitucional, la de Iñaki Uria la cerraron en Madrid tras haber estado a punto de llegar a juicio en Donostia... Lo que me gustaría es que esta sentencia tenga repercusión en ello. Y lo que sí nos da es más credibilidad social, que en algunos ámbitos ya teníamos. Creo sinceramente que el caso de «Egunkaria» marca un antes y un después en este tema. Ciertamente no hemos conseguido que no torturen a más gente, pero sí hacer ver las cosas a mucha gente que decía que no se torturaba. La Audiencia Nacional dice entre líneas que se cree nuestra denuncia, cuando durante muchos años ha dicho que todo era un manual. Y lo hace sabiendo que es peligroso meterse en ese tema, porque enseguida cualquiera se pregunta: « Y sólo han torturado a éstos? ¿Al director de un periódico sí y al resto no? ¡Qué casualidad!».
La sentencia recalca por ejemplo que Xabier Oleaga dio datos falsos en los calabozos. Casi nada...
Sí. Aquí ha habido gente que ha estado en la cárcel tres años porque se ha autoinculpado y luego ha quedado libre porque el autor del atentado era otro, y no se ha dicho nada. Por eso digo que no tenían necesidad de meterse en este berenjenal. Creo que quieren dar un aviso. Y quienes se han arriesgado y nos han creído, por ejemplo Pasqual Maragall, han visto ahora que se les da la razón.
¿Y qué le dice Martxelo Otamendi a quienes ridiculizaron su testimonio de torturas? No fueron pocos precisamente...
Yo he estado en el Parlamento Vasco, en la Comisión de Derechos Humanos, y parlamentarios del PP se rieron de mí y de la compañera de Pello Zubiria. Les diría sólo una cosa: no deseo que a ellos les confundan con un supuesto miembro de la dirección de ETA de quien la Policía crea que puede tener información sobre las bombas, los coches, las ollas, los pagos... Y si les confunden, deseo que se den cuenta al primer minuto, no al tercer día o el cuarto día, porque entonces van a conocer si se tortura o no se tortura. Les aseguro que entonces no se van a reír. Y conste que yo tampoco me voy a reír de ellos entonces.
En resumen, ¿hizo una mala inversión el Estado con ese ataque?
Sin duda. El que dio el OK político a aquella operación no esperaba una foto como la de la manifestación de Donostia. Sigue habiendo un periódico en euskara, que vende más, con más dinero, que no tiene 150 trabajadores sino 300. La ecuación no le sale muy favorable. Tenemos un periódico nacional, ocho periódicos locales, Hamaika Telebista... y lo que venga. Sobre todo, ha tenido un coste político, reducido en España pero grande aquí. Tuvo un efecto bumerán. De hecho, convivimos otro año con el PP y no nos pasó nada.
18/98 auziko epaiketan oso lekukotasun hunkigarria eman zuen Jabier Salutregik, «Egin»en itxierak maila pertsonalean berarengan izan zuen eraginari buruz. Martxelo Otamendiri zer nolako zauria utzi dio «Egunkaria» ixteak?
Guk sufritu dugu, ez dut ukatuko, baina terapia sozial handia izan dugu alde. Kotoitan izan gaitu jendeak, kotoitan. Tabernara joan eta kafea ordaintzen dizute. Kalean zoazela autobuseko txoferrek bozina jotzen, gaur bertan gertatu zait Bilbon. Biktima pribilegiatuak izan gara. Euskal Herriko leku garrantzitsuenetan zein arruntenetan hartu gaituzte. Katalunian, alfonbra distiratsuenetatik gaztetxe jatorrenetara, denetik zapaldu dugu. Mila kamera etorri dira hona. Bulego honetan ``New York Times'', ``Washington Post'', ``Le Monde Diplomatique'', ``The Guardian'', ``Corriere della Sera''... guzti horiek eseri dira. Ezaguna da Australiako telebista batean PPko Gobernuko Estatu idazkariari guk jasandako torturez galdetu ziotela eta berak «corte, corte, corte...», sari bat eman zieten erreportaje horregatik. Atxilotuta egon ondoren batzuk kalera atera ginenean, hortik egun batzuetara Anoetan jokatzen zuen Realak, Betisen kontra, eta orduko presidente Astiazaranek palkora gonbidatu gintuen. Ez ginen joan, baina adierazgarria izan zen. Beraz, jendeak ez digu inoiz deprimitzeko aukerarik eman. Ez dut fribolitate itxurarik eman nahi, baina horrela gertatu da.
Baina indarra, lana, dirua... asko galdu behar da horretan. Noiz arte horrela?
Oraingoz jarraitu egin beharko dugu. Orain txantxetan esaten dut berriro hitzaldiak ematen hasi beharko garela, oraingoan epaia azaltzeko. Behartuta gaude. Herri batetik deitzen badizute, gauean bada ere, nola esango diezu ezetz? Jendeak ikusi nahi gaitu, zorionak eman nahi dizkigu.
Baina, zurrunbilo horretatik atera ezina ez al da etsigarria?
Bai, baina guk ere eman diogu egurra Estatuari. Hormaren aurka jarri dugu. Eta ikusten da honelako kasu bat irabazteko gogo handia zegoela Euskal Herrian. Horregatik esaten nuen nik «Egunkaria» izan behar zela aurrena, hau irabazten ez bagenuen, jai genuen eta. Behar kolektiboa zegoen. Osasun demokratikoari lotutako zerbait zen.
Batzuk epaia balizko inflexio puntutzat hartu dutela ikusten al duzu agian?
Kontuz itxaropen faltsuekin. Egia da zerbait hobea etorriko den ilusioari eusteko beharra duela jendeak. Itxaronaldi honetan, gurea bezalakoak mantentzen du ilusio hori. Nik uste dut kasu honetan ere espektatiba sortu zuela epaimahaiak, epaia apirilaren 12an jakinaraziko zuela iragarri zuenean. Niri kalean esaten zidaten: «ea zer moduz ateratzen den 12koa»... Nabarmentzen dut inoiz ez dutelako hori egiten. Epaileak egun hori «blindatu» zuen, jakinda aurretik zerbait gerta zitekeela, ETAren komunikatu bat, atentatu bat, auskalo... Kontua da jendearen artean ikusmin hori piztuta zegoela. Horrelako sentsazio bat ikusten nuen: «Ea `Egunkaria'rena irabazten dugun, ea guztion artean irabazten dugun». Bateriak kargatzeko balio izan du, baina nik ez nuke sartuko gure historia hau bake eta konponbide prozesu batekin batera. Bistan da, gainera, egin dutena: «Egunkaria»ren epaiaren ondoren, atxiloketak.
Eta ba al da ilusio hori elikatzeko modurik, ahalegin kolektibo hori luzatzeko formularik? Bultzada hau aprobetxatu al daiteke? Irakaspenik atera al daiteke?
Uf... Ez da gure lana, guk ezin dugu hori konpondu. Guk ez dugu garaipen hori patrimonializatzen, inolaz ere, badakigu jende askorena izan dela eta batzuek lagundu gaituztela baina agian honaino bakarrik. Irakaspena atera daiteke agian: jende asko bateratuta, bakoitzak bereizten gaituena alde batera utziz eta batzen gaituena aurretik jarriz, helburu jakin batzuen inguruan, herri honek ahalmen izugarria duela. Orain, behintzat, irabazi dugu eta epai sendo batekin irabazi ere. Baina beti erasoaren ondoren erakusten dugu. Eta egia da energia asko galtzen dela horretan: nekea, joan-etorriak, mobilizazioak, pankartak, hitzaldiak... Hori guztia zenbatuko balitz, milioiak eta milioiak aterako lirateke.
Jende asko poztu dela ikusi dugu, hori bai. Eta norberak ikusten du bere betiko arerio edo lehiakide hori ere poztu egin dela. Baina ez dut uste hori berez gorpuztuko denik. Herri minorizatuetan oso ohikoa da zatiketa hori. R.S.