«El Ejército tailandés está dispuesto a deshacerse del Gobierno si le conviene»
Se define a sí mismo como un marxista partidario de los «camisas rojas» y era profesor de ciencias políticas en la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok, hasta que el año pasado se vio obligado a salir del país tras ser acusado de injurias al rey Bhumibol en un libro en el que, además, criticaba a los responsables del golpe de Estado de 2006. Actualmente, reside en Gran Bretaña.
Carlos SARDIÑA (PERIODISMO HUMANO)
Hace ya más de un mes que los «camisas rojas» pusieron en jaque al Gobierno tailandés exigiendo su renuncia y el regreso de Thaksin Shinawatra, el presidente derrocado en 2006, durante cuyo mandato tampoco profesó un gran respeto a los derechos humanos.
¿Cuáles son las demandas de los «camisas rojas» aparte de la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones?
Más allá de sus demandas inmediatas, lo que quieren es una auténtica democracia en la que no intervengan políticamente ni el Ejército ni el Palacio. Quieren ser respetados como ciudadanos de a pie en igualdad, quieren que terminen los dobles raseros judiciales, que terminen los privilegios de las élites. Quieren que el Gobierno proporcione servicios al pueblo como atención sanitaria, educación...
¿Por qué dicen que el Gobierno de Vejjajiva es ilegítimo?
El Partido Demócrata de Abhisit Vejjajiva nunca obtuvo mayoría alguna en unas elecciones generales. Sus miembros boicotearon las elecciones de 2006 y temen los procesos electorales porque son conscientes de que van a perder. Consiguieron el Gobierno después del golpe de Estado de 2006, dos golpes de Estado judiciales y de los actos de violencia de la organización semifascista Alianza Popular para la Democracia (APD).
Los miembros del APD son extremistas monárquicos que en 2008 tomaron los aeropuertos internacionales y destrozaron la sede del Gobierno, lo que hicieron con el apoyo del Ejército, que desechó la Constitución democrática de 1997 y escribió su propia versión, en la que redujo el espacio democrático.
Los detractores de los «camisas rojas» afirman que están pagados por Thaksin, pero usted dice que es un movimiento que trasciende al propio Thaksin. ¿Hasta qué punto es un movimiento espontáneo?
Nadie participa una y otra vez en manifestaciones sólo porque le paguen. Lo cierto es que los «camisas rojas» pertenecen a comunidades organizadas espontáneamente en todo el país. Existen buenas razones para que les guste Thaksin: sanidad universal, la creación de fondos para estimular los negocios locales... Quieren una democracia auténtica.
También se ha dicho que es un conflicto entre dos élites diferentes. ¿Cuáles son ?
Las antiguas élites querían continuar gobernando sin tener en cuenta a los pobres. Thaksin se ganó a los pobres y las élites no podían competir en ningún ámbito electoral porque detestan las políticas a favor de los pobres. En realidad, tanto Thaksin como las élites conservadoras son monárquicos y partidarios del capitalismo de libre mercado y la globalización. La diferencia radica en su actitud con respecto a los pobres y a la demo- cracia.
Esta crisis ha politizado a millones de trabajadores y agricultores corrientes y ha cambiado las reglas del juego. Ésa es una dimensión muy importante para comprender la crisis. El movimiento de los «camisas rojas» cada vez es más antimonárquico y está adquiriendo una mayor conciencia de clase.
¿Cómo se dio esa evolución?
Ha sido la lucha lo que ha ido radicalizando a esas personas. A falta de un movimiento de izquierda fuerte, el partido de Thaksin se ganó a los pobres gracias a sus políticas. Thaksin ha asumido el compromiso de utilizar el sistema electoral y, por tanto, es más «demócrata» que los partidos que ocupan el Gobierno. Sin embargo, hay que decir que no tenía ningún problema para violar los derechos humanos en el sur y en la guerra contra las drogas y no es precisamente un socialista.
La Comisión Electoral ha pedido la disolución del Partido Demócrata. Ahora debe decidir el Tribunal Constitucional. ¿Cuál cree que será el resultado? ¿Cuál es el papel que ha desempeñado el poder judicial?
La judicatura no es más que una herramienta de las élites gobernantes. Su decisión sobre el Partido Demócrata dependerá de lo que decidan aquellos que detentan el poder. Ésa podría ser una salida a la crisis.
Se ha dicho que el Ejército está muy dividido en esta crisis. ¿Cuál es su papel en ella? ¿Hay alguna división en su seno?
El Ejército es el sector más poderoso de las élites. Deriva su legitimidad del rey, que es débil y carece de escrúpulos. Pero existen rivalidades internas dentro del Ejército y está dispuesto a deshacerse del Gobierno de Abhisit si así le conviene.
¿Cuál es la postura de la comunidad internacional, y más concretamente de la UE?
Las potencias occidentales no tienen ningún problema en colaborar con cualquier Gobierno que haya en Tailandia. No les importa si es democrático o no. Pero muchos ciudadanos y algunos políticos europeos están muy preocupados con lo que está ocurriendo allí.
¿Cuál ha sido el papel de la monarquía en esta crisis?
La monarquía es débil y carece de escrúpulos. Se beneficia de la injerencia del Ejército en la política y el rey es el hombre más rico de Tailandia. Se permite decir a los pobres que sean «autosuficientes» en su pobreza y permite a sus partidarios que se arrastren ante él y le traten como a un dios. Sin embargo, el rey es muy anciano y está muy enfermo. La gente odia y teme a su hijo.
¿Cómo interpreta usted el silencio del monarca Bhumibol?
El rey nunca ha intervenido en ninguna crisis hasta que no ha estado seguro de quién había resultado vencedor. Él prefiere el Ejército y las dictaduras a un Gobierno que cuente con el apoyo de los pobres. La reina ha mostrado su apoyo al Ejército y a la APD en más de una ocasión.
Se están produciendo muchas conjeturas sobre el futuro de la monarquía. ¿Cree que existe la posibilidad de que se instaure un sistema republicano en Tailandia?
El rey nunca ha aportado estabilidad a la sociedad. Sólo ha contribuido a fortalecer el poder de las élites y tengo la esperanza de que podamos instaurar una república tras su muerte. Actualmente, existe un sentimiento republicano en el país que es más fuerte que cuando los movimientos republicanos eran influyentes. C.S.