Maite SOROA | msoroa@gara.net
Ahora se imponen las fiestas de guardar
Se hartaron de denigrar a los nacionalistas (vascos) por enredarse todo el santo día en cuestiones identitarias y, ahora que han llegado a Ajuria Enea, nos quieren imponer su patria a golpe de decreto.
Antes fue la educación de los menores, contestada por la mayoría social y la comunidad educativa, y ahora van a imponer a las tres provincias el «Día de Euskadi», que suena a jornada dedicada a un stand en cualquier feria de muestras.
El editorialista de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» trataba de explicar el asunto con poca fortuna: «La aprobación parlamentaria del 25 de octubre como Día de Euskadi, en conmemoración del referéndum estatutario de 1979, brinda a la sociedad vasca una festividad institucional sin que cuente con el consenso político deseable». O sea que lo hacen por nuestro bien aunque contra nuestra voluntad. Como quien le mete una cucharada de jarabe a un niño.
Y como saben que a la mayoría esa fiesta le parece una birria, el editorialista hace votos por que «la institucionalización del Día de Euskadi se asiente en la vivencia ciudadana como evocación del momento que dio paso al autogobierno cuyas ventajas disfruta la ciudadanía». Lo que en realidad quiere decir es que ya nos iremos acostumbrando o resignando.
Pero lo mejor queda para el final: «El Día de Euskadi no tiene que despertar un entusiasmo generalizado; basta con que ayude a recordar que el País Vasco accedió a la autonomía de forma unitaria». Eso ya es mucho decir. Nafarroa por un lado, Ipar Euskal Herria por otro y las tres provincias de la CAV por otro. Y a eso le llaman «unitario»...
También el de «El Mundo» se las prometía felices porque «con esta decisión Euskadi da un nuevo paso de normalidad y establece un referente que conmemora la aprobación del Estatuto de Gernika». Pues a mí no me parece signo de normalidad que las fiestas sean por obligación.
Y como la cosa resulta ciertamente difícil de justificar, el escriba de Pedro J. nos regala esta melonada: «La aprobación del día de Euskadi (...) establece un punto de encuentro que debería haberse convertido en un trampolín de desarrollo económico y social». ¡Hala por ahí!