Ayuda condicionada a Grecia
La concreción de las ayudas que la Eurozona había ofrecido a Grecia no fue suficiente para aflojar la presión de los mercados sobre ese país. Los mercados pretendían -y lo han conseguido- que Grecia recurriera a la ayuda financiera internacional y así garantizar que satisfará sus pagos. El Gobierno griego ayer cedió y solicitó oficialmente la ayuda crediticia interna- cional. Sin embargo, tampoco la promesa de ayuda de la Eurozona ha sido suficiente para activar el plan de rescate. La Comisión Europea dijo que daría una respuesta rápida al Gobierno de Atenas y así fue: la presidencia del Eurogrupo, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea emitieron un comunicado según el cual «toman nota» de dicha petición, pero no activarán la ayuda financiera hasta que Grecia no acuerde con la Comisión Europea, el fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo el plan de ajuste para los próximos tres años.
Llama la atención la falta de seriedad con que la Eurozona ha hecho frente a un problema que se suponía común, cual es el exorbitado déficit público de Grecia. Si en un principio, tras someter a ese país a un duro plan de austeridad, no dejó margen a la duda respecto al rescate si fuera necesario, y se mostraba reticente a la participación del FMI en el mismo, cuando Atenas solicitó la concreción de la ayuda la Eurozona no fue tan rotunda y, además, admitió la presencia del FMI en dicho plan de rescate. Ahora, en lugar de confirmar su disposición, hace hincapié en los pasos previos a la aprobación de la ayuda financiera, con el freno de Alemania.
Y llama la atención e indigna, especialmente a quienes sin tener responsabilidad alguna en la gestación de la crisis padecen sus graves consecuencias, el hecho de que mientras un estado se encuentra posiblemente en peligro de bancarrota y se discute su rescate, en el mundo se haya ayudado a los bancos con créditos por un valor de 511.800 millones de euros para evitar su quiebra. Esos rescates sí fueron inmediatos y sin condiciones.