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Los rojiblancos preparan el derbi

Cuatro meses infructuosos

Sadar y Bernabéu, últimas oportunidades para que el Athletic acabe con su mala racha como visitante.

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Amaia U. LASAGABASTER

12 de diciembre de 2009. Los goles de Muniain y Susaeta en La Romareda permitían al Athletic sumar su cuarta victoria consecutiva como visitante y le situaban a sólo tres puntos de la sexta plaza, invitándole a soñar definitivamente con la posibilidad de regresar a Europa. Cuatro meses y medio después, los rojiblancos siguen acariciando esa posibilidad, pero no precisamente porque la historia de Zaragoza se haya repetido.

Diez partidos han disputado lejos de San Mamés desde entonces -once, incluyendo la igualmente infructuosa visita al Anderlecht- y casi todos se han saldado de la misma manera, con derrota, aunque en tres ocasiones ha conseguido salvar un empate. Las circunstancias han variado de una jornada a otra. Ha habido malos partidos, poca puntería, pésimo arbitraje, mala suerte, espíritu conformista.... Pero los resultados no, lo que ha obligado al Athletic a exprimirse al máximo en su estadio.

Lo cierto es que el cambio de calendario sentó mal. Si el equipo despidió 2009 con una racha victoriosa, los dos desplazamientos con los que arrancó 2010 amenazaron con cortarle las alas. De nuevo con circunstancias diferentes, pero con un resultado similar. Fue el del Ono Estadi (Mallorca, 2 / Athletic, 1) un partido soso y sin demasiadas ocasiones; y en el que además apareció un acompañante habitual en los viajes rojiblancos, el gol de rebote, que en este caso permitió al Mallorca abrir el marcador. Una semana más tarde, los bilbainos rascaban un punto de La Rosaleda (Málaga, 1 / Athletic, 1) con otra modalidad: con más fe que estilo, acumuló ocasiones como para conseguir más premio, pero se tuvo que conformar con el punto.

Riazor, ante un rival directo, parecía el escenario idóneo para firmar un punto y aparte. Y el Athletic lo intentó, firmando un primer tiempo espectacular. Pero todo se le puso en contra: la falta de puntería, el árbitro, el inevitable gol de rebote e incluso la lesión de Filipe Luis, que afectó más a los rojiblancos que a sus propios compañeros. El Deportivo acabó ganando con amplitud (3-1).

Una semana después, varió la imagen, sin reflejo en el luminoso. Habría sido llamativo, porque en Cornellá (Espanyol, 1 / Athletic, 0), el equipo firmó uno de sus peores partidos de esta segunda vuelta. Mejoró en su siguiente viaje, pero en El Madrigal (Villarreal, 2 / Athletic, 1), fue víctima de otro de sus clásicos, una falta de acierto que alcanzó el punto máximo cuando David López falló un penalti en los últimos minutos.

El Sánchez Pizjuán (Sevilla, 0 / Athletic, 0) recibió después una versión, por fortuna, cada vez menos habitual del equipo de Joaquín Caparrós. El equipo amarrategi que, con uno más sobre el césped y ante un rival en horas bajas, dio por bueno el reparto de puntos. Bagaje similar al de dos semanas después en El Molinón, aunque con un decorado muy diferente: los bilbainos sí fueron allí mejores que su anfitrión. Salvo cuando tocó chutar a puerta. El error en el penalti le correspondió esta vez a Igor Gabilondo. Una dolencia que, a excepción del mal partido de Mestalla (Valencia, 2 /Athletic, 0), también ha tenido mucho que decir en los posteriores desplazamientos.

Le costó muy caro en el Calderón (Atlético, 2 / Athletic, 0), donde su rival invirtió los papeles, tirando de efectividad; y más aún en el Camp Nou (Barcelona, 4 / Athletic, 1), donde pocos equipos habrán disfrutado de tantas ocasiones como el rojiblanco.

Una diferencia abismal

Ése ha sido, probablemente, el principal punto en común en estos cuatro meses de esfuerzo infructuoso. El único condicionante que ha castigado a los rojiblancos en prácticamente todos sus desplazamientos.

Los números, en este caso, no mienten. Diez partidos fuera y sólo cuatro goles, incluido el de Riazor de Colotto en propia puerta. En los diez últimos encuentros en la Catedral el Athletic ha anotado 23. Una diferencia abismal. Sólo el Zaragoza, casualmente, ha conseguido regresar a casa con su portería inmaculada -hasta el pasado domingo únicamente lo había hecho el Sevilla-, mientras que como visitantes, los rojiblancos se han quedado sin marcar en seis de sus diez últimos viajes.

Al Athletic sólo le quedan dos oportunidades para enmendar tan contundente trayectoria. Y ninguno de los dos envites parece especialmente asequible. Si el de mañana se trata de un derbi, con Osasuna intentando certificar la permanencia, qué decir del próximo, ya que el último desplazamiento de la temporada llevará al equipo al Bernabéu.

Y uno de los dos debe caer porque, con el Villarreal subiendo como la espuma, los puntos de San Mamés pueden quedarse cortos.

Ustaritz apunta al lateral derecho

Las incógnitas de cara al derbi empiezan a despejarse en Lezama, donde Joaquín Caparrós ensayó ayer con Ustaritz en el lateral derecho. Carlos Gurpegi mantendría así su puesto en el centro del campo, aunque no está claro si esta vez actuaría en el pivote o en banda.

El interrogante se abre, precisamente, porque se resuelve otra duda, la que atañía a Gaizka Toquero. El gasteiztarra ha superado la lesión que le ha tenido fuera del equipo las dos últimas jornadas y ayer aseguró que se encuentra «bien» y en disposición de jugar.

Es posible que, aún así, Caparrós opte por la prudencia y mantenga a Óscar de Marcos como compañero de Fernando Llorente, con Markel Susaeta en banda y Gurpegi de nuevo en el pivote. Si Toquero regresa al once, eibarrés y navarro mantendrían, salvo sorpresa, sus puestos.

La tercera opción pasaría por el regreso de Pablo Orbaiz, con Susaeta o Gurpegi en banda derecha y con Toquero, De Marcos o Susaeta en punta. Más incógnitas, que difícilmente se resolverán hasta mañana, porque el equipo trabaja hoy a puerta cerrada en San Mamés . A.U.L.

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